9/4/07

A ESTA DERECHA INTRANSIGENTE NADA LE ENOJA MÁS QUE LA VERDAD



Casi el 30 por ciento de sus votantes no ven consolidado a Rajoy
El Plural / Política / 09-04-2007

Miguel Barrachina, nacido en Segorbe (Castellón), es una especie de ahijado político de Eduardo Zaplana, quien lo apadrinó en su momento y hasta lo hizo en 2002 -recién nombrado ministro de Trabajo- director general de Fomento de la Economía Social. Con Zaplana de maestro es seguro que muchas cosas útiles habrá aprendido el joven Barrachina. Y las que no, las puede aprender, con relativa facilidad -al menos geográfica-, del presidente de la Diputación de su provincia, Carlos Fabra, acreditado capo di capi de buena parte de la derecha valenciana, sea leída esta expresión en términos coloquiales y sentido metafórico.
Barrachina ha soltado en su blog, estos días santos, algunas de las teorías precisamente de Losantos. El diputado zangón que quiere hacer méritos en Génova 13 ha escrito: “Cuando se escucha el himno nacional, al que no nos atrevemos a ponerle letra, el Partido Socialista Obrero Español, que tiene de esto último lo que Rubalcaba de sincero, dice que regresamos a la plaza de Oriente, que vuelve el franquismo”. No es español el PSOE, sostiene este pajarito, admirador del jilguero copeliano de las mañanas radiofónicamente divinas. Él sí. Se afilió, con 18 años recién cumplidos, a Alianza Popular, lo que sucedió el año 1987.

Mañanas divinas

El lema del partido de Fraga Iribarne era “España, lo único importante”, mientras don Manolón lucía tirantes rojigualdos en sus mítines de la época. Esta España, la heredera de la España del franquismo -esencia del nacionalismo español más excluyente-, es la que enardece a Barrachina. A los muchos barrachinas que anidan en el PP. La otra España no es española, naturalmente, desde la óptica de aquellos que monopolizaron este país durante siglos. El PSOE, el PCE/IU y los partidos nacionalistas periféricos o no son españoles o son españoles de segunda o son incluso enemigos de su España, aquella España de infausto recuerdo.

“Un PP más centrista”

Lo de Barrachina, sin embargo, carecería de relevancia, sería simplemente una prueba de la estulticia de cierta carcunda de apariencia postmoderna, si no fuera porque confirma una vez más el alto nivel de radicalismo conservador en el que se mueve –como pez en el agua- el PP de Mariano Rajoy. Los resultados de la encuesta de Sigma 2 para El Mundo certifican que la deriva hacia posiciones de derecha extrema está perjudicando al PP y, de una manera muy concreta, a su líder máximo. Tanto que hasta el periódico de Pedro J. Ramírez postula en su editorial inequívocamente: “Sólo un PP más centrista podrá derrotar a Zapatero”.

El enclave ideológico

¿Qué dice ese sondeo sobre la percepción que tiene la ciudadanía del enclave ideológico del PP? “La dificultad para crecer del PP está ligada a la imagen que los ciudadanos tienen del partido, al que ubican escorado a la derecha: considerando como 5 el centro y 10 la extrema derecha, se le califica con 7´16”. “Rajoy –precisa el editorialista- no termina de aparecer como un líder consolidado para la mitad del electorado e incluso para un sector no desdeñable de los votantes del PP (27´7 por ciento)”.

San Jorge y el dragón

Durante los tres últimos meses, y tras el atentado contra la T-4, en plena escandalera, Rajoy llegó a montarse una manifestación -entre otras movilizaciones incesantes- con él de principal protagonista, cual San Jorge lanceando al dragón; en este caso combatiendo al pérfido Zapatero valedor de asesinos como De Juana o Otegi. De poco le ha servido. Parece que todo este montaje de calumnias, mentiras y despropósitos no sólo no ha beneficiado a la derecha, sino que se ha producido el efecto boomerang. Lo dijo Polanco hace días. Lo hemos dicho en elplural.com con frecuencia. Hemos sido vituperados por ello. A esta derecha intransigente nada le enoja más que la verdad. Allá ellos. Ya llegarán las urnas. Primero las municipales y parcialmente las autonómicas. Luego las generales. Probablemente será entonces “el llanto y el crujir de dientes”.

E.S.

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