8/4/07

UN DEBATE APASIONANTE


Ricardo Kirschbaum
rkirschbaum@clarin.com
EDITOR GENERAL DE CLARIN

A Washington nunca le gustó el Mercosur porque siempre fue mejor para la diplomacia de EE.UU. negociar individualmente con cada país. Esto no es de hoy para los que piensan que George Bush está más que preocupado desde la incorporación de la Venezuela de Chávez al acuerdo regional. La posición de Washington ha sido coherente y se ha manifestado cada vez que hubo un intento de juntarse por intereses comunes en esta región.

Es cierto, sin embargo, que Chávez le agrega al Mercosur mayor volumen político y levanta su perfil con megaproyectos desafiantes, financiados por el excedente del petróleo venezolano. El gasoducto del sur, por ejemplo, que parece haber entrado en un cono de sombras, y ahora el Banco del Sur, cuestionado en Brasil.

Lo nuevo es el debate sobre el biocombustible. Hasta Fidel Castro, con un país que puede producir alcohol generosamente para esa mezcla energética, ha salido a cruzar el proyecto que ha acercado a Bush con el presidente brasileño. Hace unos pocos días, ambos hablaron del tema en Camp David. Y Chávez está también que trina: nada que disminuya su renta petrolera puede ser bueno para el gobierno venezolano. Tanto Castro como Chávez hablan con una sola voz e intentan dinamitar el acercamiento de Brasil con Washington.

Claro está que Venezuela le vende generosas cuotas de petróleo a Estados Unidos y nadie se le ocurriría cuestionar ese comercio. ¿Por qué cuestionar a Brasil por el biocombustible? Es un país que tiene problemas energéticos serios y que tiene además fórmulas y medios para reducir esa dependencia.

Se trata de una cuestión capital en la que los países de la región deben decidir de acuerdo con sus intereses nacionales, pensando que es lo mejor para sus respectivas sociedades. Se está planteando un debate apasionante en la que la Argentina no puede estar ausente.

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