3/7/07

De la cultura a las culturas

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La cultura precede a la palabra “cultura”, y ésta al concepto de cultura. Gabriel Zaid desentraña la historia de estos tres momentos y aclara las confusiones que acarrea su tratamiento indiscriminado.
La historia de la cultura, la historia de los conceptos de cultura y la historia de la palabra cultura son distintas, pero se confunden, sobre todo al usar palabras y conceptos de una época para las realidades, conceptos y palabras de otra. Históricamente, apareció primero la cultura (que de hecho es prehistórica), después la palabra cultura (en latín), que no tenía nada que ver con la cultura, sino con el cultivo del campo y el culto a los dioses, y luego el primer concepto de cultura (cultivarse, especialmente por el culto a los clásicos griegos). El segundo concepto (nivel de las sociedades avanzadas) aparece en el siglo XVIII y el tercero (carácter nacional) en el XIX.

Los romanos crearon el primer concepto de cultura y el uso figurado de la palabra cultura para significarlo. Hablaron de cultivo del espíritu (cultura animi, Cicerón, siglo I a.C.). Llamaron civilis a la persona sociable (también Cicerón) y civilitas a esta cualidad (Suetonio, siglo II). Las tres palabras ya existían, con otros significados (Ernout y Meillet, Dictionnaire étymologique de la langue latine; Agustín Blánquez Fraile, Diccionario español-latino, latino-español).

Este uso de cultura (no la palabra, no la realidad, sino el concepto) se perdió en el latín medieval. Los medievales, como los griegos, no tuvieron el concepto de cultura. Quizá porque el cristianismo nació en la parte griega del Imperio romano; porque prefirió otros “clásicos” en griego (los Evangelios) y otra forma de cultivo del espíritu: el entrenamiento ascético, que pasó de los estoicos a los primeros monjes cristianos; y porque las invasiones bárbaras destruyeron la cultura latina del Imperio romano (no la cultura griega de su parte oriental). Siglos después, cuando resurge la cultura latina en la Edad Media, es en los monasterios, escuelas y universidades, que no son instituciones de la cultura libre, sino del saber jerárquico (maestros, discípulos, credenciales). La cultura libre, la cultura del que lee por gusto y por su cuenta, reaparece después, con otras instituciones: la imprenta, las academias del Renacimiento, los cafés.

La omisión del latín medieval se mantuvo en los primeros siglos de las lenguas europeas. El sentido figurado de cultura no se recupera sino hasta el siglo XVI, en francés. Según Philippe Beneton (Histoire de mots culture et civilisation), la palabra culture se usa en francés desde el siglo XIII, pero el sentido figurado aparece tres siglos después, en una obra de Joachim du Bellay, en 1549; y no entra a los diccionarios sino hasta 1680, en el de Richelet, que da como ejemplos: culture des arts, culture de son esprit. Poco después, en 1691, La Bruyère usa culture sin más (no culture de), en el mismo sentido.

Joan Corominas (Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico) da como primera aparición de cultura (en español) 1515, seguramente para ‘cultivo del campo’, no ‘cultivo del espíritu’, pero no lo aclara. Friedrich Kluge (Etymologisches Wörterbuch der deutschen Sprache) supone que Kultur es del siglo XVII, y lo relaciona expresamente con la frase de Cicerón (cultura animi), pero no documenta la aparición de este significado en alemán.

A. L. Kroeber y Clyde Kluckhon (Culture: A critical review of concepts and definitions) atribuyen a Johan Huizinga la opinión de que Dante (en El convivio) dio a civiltà una connotación que civilitas no tenía en latín, creando así un término “específico y claro” para el concepto de cultura. Resulta extraño, porque todos los otros casos que presentan (en media docena de lenguas) saltan de ese caso aislado (1300) hasta el siglo XVIII. Pero, además, como puede verse en www.danteonline.it, la palabra civiltà no está en Dante. Ahí mismo puede verse que tampoco usó la palabra cultura en latín, aunque sí en italiano, dos veces, y precisamente en El convivio, refiriéndose al cultivo del campo, si bien como metáfora de otros cuidados: las opiniones falsas son como la mala yerba de un campo no cultivado (IV, vii, 4); los apetitos pueden desviarse, como los brotes de una semilla, pero corregirse y cultivarse (IV, XXIII, 12). Estos usos de cultura (no civiltà) tienen afinidades obvias con la ascética y los evangelios cristianos, pero también con el sentido figurado del latín clásico. No establecen un término “específico y claro”, pero anticipan la recuperación francesa.

Quizá la reaparición del concepto clásico inhibió el uso de culture para un segundo concepto: la cultura como nivel de la sociedad, no como cultivo personal. En todo caso, cuando las lenguas europeas empezaron a hablar de la cultura como progreso social, no usaron los derivados de cultura, sino los de civilis y civilitas. La historia puede verse en Lucien Fevbre (Civilisation, le mot et l’idée, 1929); Kroeber y Kluckhon (Culture: A critical review of concepts and definitions, 1952); Fernand Braudel (A history of civilizations, 1963); Émile Benveniste (Problemas de lingüística general, 1966); Beneton (Histoire de mots culture et civilisation, 1975) y Jean Starobinski (Blessings in disguise; or, the morality of evil, 1989).

Los franceses usaron civil y civilité como derivados equivalentes a civilis y civilitas. Pero el verbo correspondiente no existía en latín. Civiliser fue creado en francés, a partir de civil, para referirse a la acción jurídica de reencausar como civil un proceso penal. De ahí derivan civilisé y, mucho más tarde, civilisation (las palabras terminadas en isation eran poco frecuentes, y tardaron en multiplicarse, quizá por una sana resistencia a su longitud y fealdad). Civiliser, civilisé y civilisation querían decir en la jerga de los abogados algo así como acivilar, acivilado, acivilación.

Pero en las nuevas palabras resonaban los antiguos significados latinos de conciudadanía y civilidad, que finalmente se impusieron. Los significados de ‘buena educación’, ‘refinamiento’, aparecen en civil, civilisé y civiliser en el siglo XVI; y, dos siglos más tarde, en civilisation. Esta última palabra significó primero el proceso de volverse civilizado, y después el estado o condición de la sociedad que tiene ese nivel. Para la Ilustración, la cultura (la civilisation) es el progreso: la superación del salvajismo y la barbarie.

En inglés, civil, civility, civilize, civilized y civilization, tuvieron una evolución parecida, por influencia del francés, según el Oxford English dictionary. Según Boswell (Life of Johnson), todavía en 1772, Johnson se negaba a admitir civilization en su diccionario. Creía que bastaba con civility.

La documentación más antigua de la palabra civilisation es de 1756, en L’ami des hommes ou traité de la population del marqués de Mirabeau (padre del famoso político). Ahí aparece también el plural. (Dicho sea de paso: casi todos los diccionarios omiten el registro de plurales, como si el uso fuera simultáneo y el significado obvio, pasando por alto que no siempre aparecen al mismo tiempo que el singular, y que pueden alterar su significado.) Starobinski cita “la barbarie de nuestras civilizaciones” [francesa, inglesa, española] y la “falsa civilización”, señalando que, desde la primera documentación, el término expresa la arrogancia del nivel superior, pero también su crítica, al oponer la civilización cristiana de facto a la de jure. Como Las Casas, Mirabeau critica la civilización realmente existente en nombre de la verdadera civilización.

La acuñación pasó a las otras lenguas europeas, con una complicación alemana. Se ha vuelto un lugar común hacer distingos entre Kultur y Zivilisation. Pero son vagos y hasta contradictorios, como puede verse en los resúmenes que presentan Barbara Cassin (Vocabulaire européen des philosophies: Dictionnaire des intraduisibles) y Kroeber y Kluckhon (Culture: A critical review of concepts and definitions). La amalgama de significados ha sido permanente y parece irreversible. Cuando dos palabras se refieren a lo mismo, tienden a diferenciarse, especializándose; y, si no queda establecido el distingo, una deja de usarse, como sucedió en este caso. Kultur se usa diez veces más que Zivilisation en las páginas de internet (Google, 20070614), y sucede algo parecido con las palabras correspondientes en español, francés, inglés, italiano.

Quizá la pretendida diferencia entre Kultur y Zivilisation se explica por la necesidad de autoafirmación alemana. Frente a la Ilustración francesa como cultura universal, Herder plantea un tercer concepto de cultura que dignifique el subdesarrollo de los pueblos alemanes. De ahí viene el concepto romántico de cultura como carácter nacional, étnico, popular.

Cultura en latín, civilisation en francés, Kultur en alemán y cultures en inglés son las palabras importantes para los tres conceptos de cultura. Cultura, antes de la era cristiana, pasa de los significados ‘cultivar el campo’ y ‘rendir culto’ a ‘cultivarse’, sobre todo rindiendo culto a los clásicos. Civilisation (acuñada en el siglo XVIII y calcada en otras lenguas por el prestigio del Siglo de las Luces) se refiere a la cultura como estado o nivel de las sociedades avanzadas. Kultur es calcada del francés como Cultur y germanizada con ka por el romanticismo alemán. Se refiere a la cultura nacional, en todos sus niveles. Cultures proviene del concepto romántico, extendido por los antropólogos a todas las tribus del planeta; a diferencia de civilisation, que no se usó en plural para las culturas tribales, sino para las llamadas grandes civilizaciones (Egipto, Grecia, Roma, Francia), consideradas hitos del progreso.

Si en francés aparece civilisation (en vez de culture), para referirse a la cultura como desarrollo social y evitar la confusión con culture como desarrollo personal, dos siglos después civilisation (y sus correspondientes en otras lenguas) declinan ante cultures (en inglés) y ante la confusión general de los tres conceptos de cultura.

El uso antropológico de cultures (en plural) se estableció a mediados del siglo XX en los Estados Unidos, por el prestigio universitario y la militancia de Franz Boas, nacido en Alemania y lector de Herder. Claude Lévi-Strauss, que trabajó en los Estados Unidos, recibió su influencia y se volvió una celebridad mundial. Hablar de culturas en plural se popularizó en todas partes. Después, los etólogos extendieron el concepto de cultura a los animales. Finalmente, hoy se llama cultura a todo lo prestigiable coquetamente, como una elegancia generosa. ~
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