12/7/07

EL MITO EUROPEO

12/07/2007
Opinión
Español es el que no puede ser otra cosa
Teodoro Santana
Unidad del Pueblo (Para Kaos en la Red)
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Redactando la Constitución de 1876, los diputados no se ponían de acuerdo respecto a cómo se definía español y consultaron con Cánovas del Castillo, que les contestó: "Español es el que no puede ser otra cosa". Tras cuarenta años de dictadura fascista, la situación en el Estado volvía a ser la misma. Fue el caramelo europeo el que engolosinó a la mayoría para seguir siendo español. A la salida de la dictadura, Europa se presentaba en el imaginario colectivo como un paraíso de bienestar económico y de libertades democráticas. La entrada en la Unión Europea fue el elemento de cohesión nacional del Estado español, algo que quedaba fuera de toda discusión. A medida que la situación de África se deteriora, esas ansias por ser “europeos” aumentan. En Canarias, que estamos dónde estamos, más aún si cabe. Nadie quiere ser africano. Es decir, nadie quiere ser pobre. En las mentes de nuestra gente, ser europeo es no verse sometido a la miseria, a las guerras, al expansionismo marroquí, al conflicto, al hambre. ¿Quién puede querer que sus hijos sean “africanos”, que vivan el desastre de nuestro continente? Podemos fabular para nuestro pueblo tal o cual futuro, pero nuestros deseos no aparecerán sino como disparates más o menos bienintencionados que perjudicarían el “buen vivir” de todos nosotros. Todas las declaraciones grandilocuentes sobre la independencia, especialmente si se “argumentan” (es un decir) desde la barbarie política y cultural, no sirven sino de reforzamiento de la idea de que, virgencita, virgencita, mejor quedarnos como estamos. Para terminar de rematar la faena, en nombre del independentismo se larga aquello de que “primero nos independizamos y luego ya veremos”. Esto es, no nos metamos en cosas concretas de la vida de la gente, que es tarea que exige estudio, reflexión, persuasión, método y trabajo a largo plazo, y gritemos todos a una “fuera España” y “fuera los españoles”. Con tales consignas, las masas se enreviscarán y nos seguirán por el camino de la gran yihad patriótica, sin que tengamos que comernos el coco demasiado. Con los resultados tan maravillosos que se pueden comprobar en los últimos treinta años. Pero si la gente asocia seguir siendo “europeos” con la garantía de su bienestar, habrá que preocuparse primero de las condiciones de vida de nuestro pueblo. De las cosas que le mueven y le motivan. De sus salarios, de su hipoteca, de su salud, de la educación de sus hijos, de sus pensiones, de la situación de las familias cuando los ancianos u otro de sus miembros necesitan asistencia y cuidados. Sólo quienes no tienen que ganarse el jornal para sacar adelante una casa y una familia pueden atreverse a decir que “ya veremos” y que “con la independencia se solucionará todo”. Y pensar que alguien se lo va a creer. Todos queremos vivir mejor. O, al menos, no vivir peor. Si la independencia no sirve para vivir mejor, no nos sirve. Pero para poder explicar si sirve o no sirve, habrá que entender cómo vivimos, qué mecanismos condicionan nuestras condiciones de vida. Y en qué dirección se mueven esa maquinaria. Sin una profunda comprensión de la estructura y los resortes del capitalismo y del colonialismo en Canarias, sin entender cómo afectan a la vida de nuestro pueblo, jamás se pondrá el asunto de la independencia al orden del día como necesidad popular para vivir mejor. Mientras tanto, en el terreno de las ideas Europa nos va ganando. Y por goleada. Europa “nos garantiza” el nivel de vida, los fondos europeos, la “ultraperificidad”, la RIC. No dar respuesta a esto sí que es colaboracionismo de la peor especie, por mucho que venga envuelto en aspavientos y proclamas independentistas. Porque la independencia será una decisión del pueblo, y no de los independentistas. Mientras tanto, no se quiere hacer campaña contra el principal mecanismo de dominación y saqueo de nuestro país, la RIC, que nos está llevando a graves condiciones de pobreza, bajos salarios y deterioro de los servicios públicos. No se quiere luchar en el terreno de defender los salarios y las condiciones de vida de nuestra gente, peleando empresa por empresa y barrio por barrio. Domina la búsqueda de soluciones fáciles, el mesianismo, el “patapúm pa’ lante”. Y eso, precisamente, cuando la Europa soñada empieza a enseñar su verdadera patita. Aumento de la edad de jubilación a 67 años. Exigencia de más años de cotización para tener derecho a una pensión. Copago de la sanidad. Privatización (“liberalización”) de todos los servicios públicos. Recorte de las libertades democráticas por mor del terrorismo. Acciones militares imperialistas en todo el globo. Restricción a la entrada de inmigrantes pobres. Auge del racismo y de los partidos de extrema derecha. La cuestión crucial es si somos capaces de dar respuesta a la realidad. Si somos capaces de pegarnos a las necesidades de nuestro pueblo y ganar su inteligencia y su corazón para cambiar las cosas. Si somos capaces de organizar seriamente la fuerza que nos saque del marasmo. O si vamos a quedarnos derrotados por el mito de Europa. Y por nuestros propios mitos sobre cómo deberían ser las cosas.
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(*) Teodoro Santana es miembro del Consejo Nacional de UNIDAD DEL PUEBLO.
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