13/7/07

Las telenovelas nos dieron ganas de ver este país

AJN.- Hay gente que cree que uno no puede moverse por Israel, y cuando van se sorprenden de que allí uno está, de alguna manera, más seguro que en el Gran Buenos Aires. Uno puede caminar por Tel Aviv a cualquier hora. La gente circula bien por el país. Va a trabajar, a estudiar, a divertirse. Hay una vida cultural pujante, una economía que está en su mejor momento, y un turismo que no deja de llenar los hoteles.
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Pero aún hay personas que creen que allí las bombas explotan en cada esquina y que la gente vive en refugios antiaéreos y no salen de ahí»; en el rostro del embajador Rafael Eldad se dibuja una sonrisa claramente irónica. Y, luego de dar tiempo para considerar que hay que dejar de lado muchas leyendas que nada tienen que ver con la situación real, el representante de Israel en la Argentina comienza a explayarse sobre lo que más le gusta de su país, que fundamentalmente es «que tenga, junto con la extraordinaria belleza de su naturaleza y de su historia, la tremenda creatividad de su gente». El embajador que regresó Rafael Eldad, que lleva ya 30 años de carrera diplomática, nació en Marruecos, en una ciudad que el cine supo convertir en mítica: Casablanca. «Y a mí, que era un chico, me parecía una gran ciudad judía. Así la veía en mis recorridos. En la escuela, el cine, la sinagoga, los lugares de paseo», recuerda el embajador. Cuando tenía 12 años, en 1962, Rafael Eldad emigró con su familia a Israel «como tantas familias judías de Marruecos y de países árabes, donde se vivía un poco con temor». Estuvo estudiando hasta los 18 años en un internado que recuerda como «delicioso» porque se estudiaba de todo, desde las materias tradicionales a las religiosas, que le dieron «un conocimiento más amplio sobre fuentes culturales y filosóficas». Salió del internado para ingresar en el servicio militar obligatorio, que dura tres años y que hizo en la Marina, en los barcos misileros, «en la gran tecnología de punta de aquel tiempo». Ese aprendizaje le sirvió en 1973, cuando ya estaba retirado, de reserva, y lo convocaron para participar de la Guerra de Iom Kipur. «Volví a estar en un buque misilístico. Apenas comenzamos a navegar, y yo a sentirme mareado, tuvimos un combate con cuatro barcos sirios». Al salir del servicio militar fue a estudiar Ciencias Políticas e Historia en la Universidad de Haifa, y para pagar sus estudios trabajaba en un internado como instructor y profesor de Historia. Postulantes «Cuando se abrieron puestos en la carrera diplomática se presentaron unos dos mil postulantes, y terminamos entrando doce. Después uno tiene unos dos años de aprendizaje en Israel y luego se sale. En 1980 me enviaron a las Naciones Unidas como miembro de la delegación y en la Comisión de Derechos Humanos. Fue un trabajo duro, porque la situación de mi país en ese momento era muy complicada, pero fue estar en un gran laboratorio de ideas, proyectos y debates. Además fue para mí el encuentro con la gran comunidad de Nueva York, mi primer encuentro con la comunidad judía fuera de Israel.» Ankara, en Turquía, fue su destino siguiente. «Ahí conocí una embajada de verdad. Fui segundo secretario (la carrera comienza con ese cargo) en un país musulmán pero laico. Luego fui primer secretario en Costa Rica. Fue pasar a otro mundo y comenzar a aprender español. Costa Rica es un país sin ejército, chiquito, simpático, lindo, agradable y un poco aburrido. Estuve entre el 83 y el 86, cuando la guerra en Nicaragua y Centroamérica -El Salvador, Guatemala, Panamá- estaba convulsionada. Y yo estaba allí, en una isla de plena tranquilidad. Cuando volví a Israel me enviaron a Ghana el tiempo suficiente como para sacarme las ganas de volver por el Africa. Después vine por primera vez a la Argentina, del 89 al 94, y viví los dos atentados, el de la embajada y el de la AMIA. El atentado a la AMIA ocurrió el 18 de julio y yo tenía que irme dos días después, el 20 de julio, y había programado una despedida en la AMIA el 19. Por ese tiempo tuve que ser vocero, tuve una gran exposición pública, y lo que recibí fueron muestras de afecto, de consideración, de solidaridad, de apoyo. Me quedé hasta agosto. Y me fui con una sensación tremenda que lo marcó todo.» Regreso Luego de esas tragedias, padecimientos y tribulaciones, Rafael Eldad regresó a Israel, donde estuvo dos años en el Centro de Prensa de la Cancillería. Volvió a América latina esta vez ya como embajador. Lo enviaron primero a Perú, y luego de uno de sus frecuentes pasos -«siempre de una duración bianual»- por Israel, volvió -esta vez como embajador plenipotenciario- a la Argentina. «Algunos sostienen que fue para que yo pudiera cerrar un círculo tras aquellas tragedias; no creo que sea así. La relación que hay con la Argentina es de amistad, de cooperación, de acercamiento. Estos tres años que llevo como embajador fueron de una presencia marcada de Israel acá. Y por más que haya alguna voz discordante, estoy convencido de que la gran mayoría de los argentinos siente una clara simpatía por Israel.» Entrevista de Máximo Soto.
Amb Financiero
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Itón Gadol-Argentina/HOME/13/07/2007

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