16/8/07

De Bolsas, ``securitizaciones'' y otros yerbas

Benito Roitman
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En un par de notas anteriores he estado haciendo referencia a las modalidades de crecimiento de la economía israelí, apoyadas positivamente en una creciente producción y exportación de bienes y servicios de alta tecnología pero que estarían corriendo el riesgo de generar una creciente brecha social; y había comenzado a señalar algunos de los riesgos asociados a esas modalidades de crecimiento, riesgos que pueden crecer y aún amenazar las perspectivas futuras de un desarrollo armónico de la sociedad, si no se toma conciencia de que el crecimiento económico es sólo una de las facetas del desarrollo. En ese contexto la escasa consideración de valores éticos y de justicia social en el diseño y la práctica de las acciones económicas cotidianas conspira -a la corta o a la larga- contra los patrones generales de bienestar de la sociedad, que son los verdaderos objetivos del desarrollo.En esta nota voy -aparentemente- a dejar de lado esos temas para ocuparme de lo que está sucediendo en la Bolsa de Valores de Tel Aviv, como reflejo de lo que viene ocurriendo en el resto del mundo. Y digo que ese dejar de lado es sólo aparente porque a mi juicio, como intentaré mostrar más adelante, existe una fuerte vinculación entre las mencionadas modalidades de crecimiento de la economía israelí y lo que viene sucediendo en el mundo de las finanzas.Hasta la última semana de julio de este año los índices generales de la Bolsa de Valores de Tel Aviv, conocida como TASE por sus siglas en inglés, mostraban un crecimiento sostenido y provocaban elogios por parte de todos los analistas financieros. El mensaje subliminal es que sería una tontería no invertir en la Bolsa, sea directamente o a través de los múltiples fondos de inversiones existentes en el país.Sin embargo, entre el jueves 26 y el domingo 29 de julio (día este último laborable para el TASE) esos índices se desplomaron cerca de un 7% con relación a los mejores niveles previos (de 1034,65 a 966,95). En los días siguientes se mantuvieron estos últimos niveles, con pequeñas oscilaciones al alza y a la baja, en lo que los analistas suelen describir como ``un clima tenso''”. Esos movimientos no hacían sino reflejar el comportamiento a la baja de Bolsas de Valores como la de Nueva York o el NASDAQ, que desde finales de julio comenzaron a caer, arrastrando consigo también a las Bolsas europeas, asiáticas y latinoamericanas.Los motivos inmediatos de los movimientos iniciales a la baja están asociados a lo que viene sucediendo en un sector del mercado de préstamos hipotecarios de los Estados Unidos. En el pasado reciente ha habido en ese país un fuerte incremento de créditos hipotecarios, en un marco de aumento de los precios de los inmuebles acompañado de una sensación general de expansión económica y de costos financieros (intereses) relativamente bajos. Ese fuerte incremento y exuberancia financiera incluyó inversiones en préstamos hipotecarios de buena calidad como una importante corriente de créditos hipotecarios dirigidos a clientes con historias crediticias de calidad más dudosa (conocidos en inglés como subprime mortgages sector”).Bajo las normas tradicionales de financiamiento, nada haría pensar que una política de crédito de ese tipo podría constituirse en una amenaza para el sistema financiero internacional. Si un cambio en las condiciones económicas llevara a una gran parte del grupo de clientes hipotecarios dudosos a dejar de cumplir con sus compromisos, la ejecución de las hipotecas y la eventual pérdida originada en una rápida liquidación de bienes raíces afectaría sólo a los bancos e inversionistas directamente involucrados en esas operaciones. Y hasta ahí llegaría el problema.Pero desde hace ya varios años, en el marco de la globalización y desregularización financieras, las condiciones y modalidades de financiamiento han cambiado profundamente, en la constante búsqueda de mejores y más rápidas oportunidades de ganancia monetaria. Entre esos profundos cambios destaca la modalidad de securitización, o bursatilización que constituye esencialmente en un proceso de conversión de activos no líquidos en activos líquidos. Para ello, la institución que financia una operación o un conjunto de operaciones (un grupo de hipotecas, préstamos para compra de automóviles, un préstamo a largo plazo para construir y operar una carretera de cuota, un préstamo para financiar la exploración y explotación de recursos naturales, etc.) puede traspasar los derechos que tiene como acreedora a otra institución que empaqueta” el conjuntos de préstamos o de deudas por cobrar, emite títulos (que en inglés se denominan securities”, de donde proviene el término de securitización) representativos de ese paquete y esos títulos, habiendo sido previamente catalogados por agencias calificadoras de valores, como Standard and Poor¨s (o Fitch) se ofrecen al mundo inversor.Los inversores privados o institucionales compran esos activos reempaquetados bajo la forma de títulos o empréstitos, garantizados (colatelarizados) por el conjunto subyacente y la corriente de ingresos asociada a ellos. La o las instituciones originales que otorgaron el préstamo inicial se desprenden de esos créditos y recuperan su inversión para continuar prestando, dando lugar a otras operaciones qua a su vez pueden también securitizarse, y así por delante. En cada ciclo de operaciones se generan beneficios para las partes intervinientes, no sólo por los rendimientos de las inversiones sino también por las comisiones que cobran los sucesivos intermediarios. Pero todo ello mientras gira la calesita.A lo largo del mundo financiero globalizado, un gran número de instituciones y fondos invierten en ese tipo de títulos, muchas veces originados en regiones o en ámbitos muy alejados. De esta forma los problemas que se pueden presentar en el origen de la cadena -por ejemplo, con la baja de los precios de las propiedades en algún sector de los Estados Unidos- afectan y se difunden como una epidemia a todo el sistema financiero internacional, ya que lo que la securitización ha hecho, en realidad, es redistribuir los riesgos a lo largo de la cadena.De ese modo el temor real o imaginario de una caída en el valor de las garantías de los títulos emitidos con su respaldo, así como de aumento del número de deudores que dejan de cumplir con sus compromisos, puede comenzar a detener la calesita. Los inversionistas intentan deshacerse de sus títulos, vendiéndolos, con lo que se precipita un ciclo de precios a la baja, pérdidas y retiro de la confianza: el resultado puede llegar a una reacción en cadena caracterizada por la disminución de la oferta de créditos (y el consiguiente aumento de sus costos) y sus eventuales consecuencias sobre la actividad económica y el empleo.Esto es lo que ha estado sucediendo en las últimas semanas en las principales Bolsas de Valores, como ya se ha comentado, e inevitablemente ha afectado a una institución periférica como la Bolsa de Tel Aviv, que en su condición de tal es altamente dependiente de los movimientos financieros internacionales y en particular de los que se originan en los Estados Unidos. El temor de que se estuviera produciendo una retracción global de créditos y que ello llevara a una corrida contra los fondos institucionales de inversiones -muchos de ellos constituidos y asociados a los grandes bancos- indujo recientemente a que varios Bancos Centrales inyectaran recursos a los mercados por montos superiores a los 320 mil millones de dólares equivalentes. Aparentemente esto habría ayudado a calmar” el nerviosismo de las Bolsas.Conviene recordar que cuando hace pocos días la Bolsa israelí se remeció por los impactos a la baja de las grandes Bolsas internacionales, los analistas se apresuraron a asegurar que no se presentarían problemas a la economía nacional porque sus fundamentos” (i) eran sólidos, además de argumentar que la crisis de valores hipotecarios americana no afectaría al mercado hipotecario israelí, lo cual es probablemente cierto. Sin embargo lo que es preciso señalar -y lo que se ha intentado mostrar esquemáticamente en los párrafos anteriores- es que en el actual sistema financiero globalizado los contagios” no se circunscriben ni afectan sólo entre sectores específicos, y que la retracción de inversiones que puede producirse a raíz de movimientos bursátiles negativos en cadena en una economía internacional -que ha adoptado un régimen de crecimiento liderado por lo financiero- influiría negativamente sobre la economía real (ii) al retacear los recursos que la producción requiere para continuar creciendo. Y la economía real israelí no está libre de esas amenazas, máxime cuando su rendimiento depende crucialmente de la demanda externa.
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Aurora-Israel/16/08/2007

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