20/8/07

Reforma Constitucional: Revolución dentro de la Revolución Bolivariana

Hernán Mena Cifuentes
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Caracas-Existen eventos que por la importancia e influencia que ejercen sobre el futuro de determinados pueblos son registrados por la historia, como seguramente ocurrirá con la más reciente gira del presidente venezolano, Hugo Chávez Frías, y la presentación que hizo el pasado miércoles de su proyecto de Reforma Constitucional, considerado como «Una revolución dentro de la Revolución Bolivariana». Difícilmente en Venezuela y en los países que Chávez visitó durante ese periplo, podrán repetirse hechos como esos, ocurridos en el breve lapso de 15 días, convertidos en herramientas básicas para la construcción del proceso revolucionario que se adelanta en la patria de Bolívar y en el de la integración de América Latina y el Caribe, que tienen como protagonista al mandatario nacional, convertido en líder como ejecutor de los más innovadores y avanzados proyectos orientados a la conquista de esas metas. La creación de Petroandina y de Opegasur, y la firma con sus homólogos de Argentina, Uruguay y Ecuador de Tratados de Seguridad Energética y de una serie de convenios, dirigidos a aliviar las carencias y necesidades que en suministro de gas y de petróleo presentan esas naciones, así como los contratos orientados al fortalecimiento y ampliación de su infraestructura petrolera y gasífera, figuran entre las acciones integradoras que en beneficio de esos pueblos hermanos se dieron durante el breve lapso de 15 días que duró la gira presidencial. Apenas concluida su visita a Bolivia, última etapa del periplo, Chávez regresó a Venezuela para presidir al día siguiente la III Cumbre de Petrocaribe, organización, que forma parte de Petro-América, monumental proyecto de integración energética creado por él y que, a su vez, se inscribe en su magna obra integradora que es La Alternativa Bolivariana para los pueblos de nuestra América (Alba), a la que se han unido Cuba, Bolivia y Nicaragua, y a la que pronto se sumarán otros países que rechazan el Área de Libre Comercio para las Américas (Alca), el hoy difunto proyecto anexionista que EEUU trató de imponer a la región. En esa Cumbre, Chávez suscribió Tratados de Seguridad Energética con 10 de los 13 países miembros de Petrocaribe, a los que se sumaron Haití y Nicaragua, las dos naciones de América Latina y el Caribe que han sufrido las más brutales agresiones que el Imperio ha cometido en la región, que las invadió y les impuso las sanguinarias dictaduras de los Somoza y los Duvalier, y después, a otros gobernantes títeres que mantuvieron sumidos a sus pueblos en los abismos de miseria, hambre e ignorancia en los que los dejaron aquellos tiranos, hasta que se rebelaron y en libres procesos comiciales recuperaron finalmente su soberanía. La cita concluyó exitosamente con la firma de otros acuerdos y convenios dirigidos a impulsar el desarrollo del arco caribeño a través de polos de refinación, suministro de petróleo, desarrollo de la infraestructura energética y el afianzamiento del Fondo Alba-Caribe que, junto con la creación de empresas mixtas, son realizaciones que se convierten en punta de lanza para la integración de la región impulsada por Chávez Frías, en el marco del global proceso integrador de América Latina y el Caribe. En el contexto del proyecto revolucionario que adelanta en su país, orientado hacia la creación del socialismo del siglo XXI, el mandatario venezolano presentó el pasado miércoles ante la Asamblea Nacional su Propuesta de Reforma Constitucional, cuyo objetivo es defender y consolidar a través de la Constitución Bolivariana de Venezuela, una de las mas avanzadas cartas magnas del mundo, el desarrollo económico, político y social de su pueblo, y garantizar su soberanía y dignidad contra cualquier amenaza a su integridad. Ante un auditorio presencial, integrado por legisladores, ministros, gobernadores, alcaldes y otros altos funcionarios civiles y militares, estudiantes y selecto grupo de invitados especiales nacionales y extranjeros, Chávez expuso su propuesta, mientras simultáneamente, gracias a la magia de la televisión, otro auditorio mucho mayor, la inmensa mayoría del pueblo en todos los rincones del país, frente a las pantallas de sus aparatos lo observaba y escuchaba su mensaje. Con su peculiar estilo sencillo y directo, el mandatario habló durante cinco horas, manteniendo en todo momento la atención de su auditorio, al intercalar a lo largo de su disertación anécdotas y uno que otro chiste, sin llegar esta vez a la tentación en que casi siempre cae durante su programa dominical radio-televisivo Aló, Presidente de cantar una tonada, esas melodías que todos los llaneros como él siempre tienen a flor de labios mientras cruzan la inmensidad del llano, arriando una «punta de ganado». Fue una novedosa y perfectible imagen de un país y de un pueblo en revolución la que esa noche propuso Chávez, imagen que se ampliaba hasta alcanzar horizontes insospechados de fe y de esperanza en su futuro a medida que hablaba y que incluyó los aspectos más relevantes de la realidad política, social, económica y cultural de una nación que requiere de las urgentes transformaciones propuestas por él. Lo primero que hizo Chávez fue concentrar su poder de visionario sobre la inmensidad del mar territorial venezolano, negado al conocimiento de la gran mayoría de sus compatriotas, quienes aprendieron en obsoletos y vagos textos de geografía, que la frontera norte de Venezuela era el Mar de las Antillas, y que allí terminaban los derechos y soberanía del país; recordó que el país se extiende por miles de kilómetros sobre territorio acuático hasta limitar con países como EEUU, Francia, (Territorios de Ultramar), Puerto Rico, República Dominicana y otras islas caribeñas. Tomando en cuenta esa ventajosa posición geoestratégica, el Presidente propuso la creación de regiones marítimas e insulares, una de las más importantes en su propuesta de Reforma Constitucional, al decir que hay que «organizar ese inmenso mar territorial y zona económica exclusiva», por ejemplo, en regiones marítimas, una en el norte, otra en el centro, en el sur y en el este y el oeste tomando en cuenta, entre otros factores, la profundidad del mar y las distancias. Seguramente, la propuesta de Chávez tiene como razón de ser la impostergable necesidad de garantizar la integridad de esos vitales puntos de nuestra geografía, como buen conocedor de la historia que evidencia la secular voracidad expansionista del Imperio, especialmente en esos espacios donde comenzó su aventura de conquista planetaria, adueñándose de Cuba, Puerto Rico, Haití a principios del pasado siglo continuando aún allí con su proyecto hegemónico planetario. Poco a poco, y a medida que se extendía su discurso, fue deshojando la margarita de su propuesta general, abordando otros temas de trascendental importancia para la consolidación del proceso revolucionario que lidera, como el que presentó al plantear que «el presidente o presidenta de la República puede ser reelegido o reelegida de inmediato para un nuevo período», proponiendo igualmente que éste sea extendido a 7 años. Otra propuesta importante fue el establecimiento de la ciudad como la unidad política primaria de la organización territorial, entendida ésta como todo asentamiento poblacional dentro del municipio e integrado por áreas o extensiones denominadas comunas que, a su vez, serán las células geohumanas del territorio, esto, según manifestó ante la necesidad de fortalecer el concepto y la praxis de la ciudad a objeto de acabar con la cultura de la desigualad y la exclusión que viene desde los tiempos de la Colonia. De la misma manera, propuso la creación de provincias federales, ciudades federales y distritos funcionales, que en estos últimos implica la elaboración y activación de una «misión distrital» con el respectivo plan estratégico de desarrollo. Otra de las innovaciones contenidas en la propuesta se refiere al trabajo, al proponer la actual jornada laboral de 8 horas diarias a 7 horas, y 36 horas a la semana, a fin de que los trabajadores dispongan de mayor tiempo para el desarrollo integral de su persona, y como una forma de protección para los miles de hombres y mujeres que en Venezuela, en algunos casos, son obligados por sus patrones, a espaldas de la Ley, a trabajar hasta 10 ó 12 horas al día sin pago extra, so pena de ser despedidos. La propuesta presidencial tiene entre sus objetivos fomentar la creación de nuevos tipos de propiedad social, como la propiedad social directa, asignada por el Estado a varias comunidades o ciudadanos, y la propiedad social indirecta, ejercida por el Estado a nombre de la comunidad, lo que garantiza el respeto a la propiedad privada. «Algunos -dijo- defienden la tesis de la eliminación de toda forma de propiedad privada. No comparto esa idea», expresó. En el plano militar, Chávez propone cambiar el actual nombre de la Fuerza Armada Nacional por el de Fuerza Armada Bolivariana: un cuerpo popular, patriótico y antiimperialista conformado por el Ejército de tierra, la Armada, la Aviación, la Guardia Nacional, que pasa a llamarse Guardia Territorial, y se crea un quinto componente: las Milicias Populares Bolivarianas. El jefe del Estado aprovechó la oportunidad para recordar a quienes conspiran desde el exterior e interior del país que la Revolución Bolivariana es una revolución pacífica, pero armada. «No lo olviden», les advirtió. No fue una coincidencia que la propuesta de reforma constitucional de Hugo Chávez Frías se presentara, precisamente el día que se cumplía el 202º aniversario del juramento hecho por Simón Bolívar en el Monte Sacro, hecho ante su maestro y guía, Simón Rodríguez, diciendo que no daría descanso a su brazo ni paz a su alma hasta romper las cadenas que atan a Venezuela al poder del Imperio español. Porque una promesa similar fue la que hizo este 15 de agosto el Jefe de Estado ante su pueblo, al abrirle con su propuesta caminos de esperanza que habrán de conducirlo hacia el mejor de los futuros, junto con sus hermanos del resto de América Latina y el Caribe, fortalecidos en estos días por la obra y el espíritu de solidaridad que emana de su proyecto integracionista regional que, como el juramento del Libertador, promete enterrar para siempre las pretensiones de conquista de un imperio en decadencia.
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ABN-Venezuela/20/08/2007

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