23/9/07

América Latina: un vaso medio lleno



Cuando aparece algo sobre América Latina en los titulares, por lo general son malas noticias.

Francis Fukuyama*

En Venezuela, Hugo Chávez nacionaliza los sectores eléctrico y de telecomunicaciones, y asume el control de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. En Argentina, cae la Ministra de Economía envuelta en alegatos de corrupción y de manipular las cifras de inflación. En México, oleoductos y gasoductos son destruidos por explosiones, al parecer en actos de sabotaje motivados políticamente. No por casualidad, la impresión general que se tiene sobre las instituciones económicas y políticas de América Latina es que están perdidamente viciadas. Sin embargo, visto a través del lente de 20 años de reformas, el vaso de América Latina está al menos medio lleno.América Latina ha sido el escenario de una revolución silenciosa que ha pasado prácticamente desapercibida. Como lo observa Michael Reid, corresponsal de The Economist para América Latina en El continente olvidado: la batalla por el alma de América Latina: “uno de los problemas de las democracias latinoamericanas es la persistente negación del progreso por parte de numerosos académicos, periodistas y políticos, tanto de dentro de la región, como de quienes la estudian desde Estados Unidos y Europa”.El estado de la reforma del estado (Mayol Editores), editado por Eduardo Lora a la cabeza de un grupo interdisciplinario de investigadores, y que Reid cita múltiples veces, es una notable y valiosa excepción, en la cual se documenta rigurosamente el camino hacia el desarrollo institucional que la región ha seguido sin pausa, a pesar de los baches.Algunas de las transformaciones más importantes se han producido en las instituciones a cargo de la política macroeconómica, entre ellas los bancos centrales y las autoridades presupuestarias. Ya quedaron atrás los tiempos del excesivo endeudamiento externo y los déficits fiscales inflacionarios. Se han aprendido las lecciones de las crisis de la deuda de los años 80. A pesar del alza vertiginosa de los costos de los energéticos y de gobiernos izquierdistas en Argentina, Brasil y Uruguay, impera la sensatez en el diseño de la política macroeconómica. De ahí que los remezones de los mercados financieros internacionales de los dos últimos meses escasamente hayan causado daño en las economías latinoamericanas.La descentralización es otro aspecto en el que los países de la región han dado grandes pasos de avance. Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia y Perú han llevado a la práctica reformas que han trasladado poder de manos del gobierno central a las autoridades estatales y municipales. Mención especial merece el argumento en pro de la gestión presupuestaria participativa presentado en Porto Alegre, Brasil, que ha contribuido a desarticular redes tradicionales de clientelismo y se ha convertido en un ejemplo para otras ciudades no sólo en Brasil, sino en otros países latinoamericanos.Diversas reformas a los sistemas políticos han cambiado los balances de poder, poniendo en tela de juicio el rasgo presidencialista de los gobiernos latinoamericanos. Las reformas electorales han contribuido a fortalecer el poder legislativo y a resolver el problema de presidentes elegidos sin suficiente legitimidad. Las instituciones electorales producto de la reforma han intervenido en las más controversiales disputas comiciales. El Instituto Federal Electoral de México se lleva las palmas en este ámbito, al ganarse una reputación de imparcialidad luego de años de manipulación por parte del PRI y al ratificar la victoria de Felipe Calderón por escasísimo margen sobre Andrés Manuel López Obrador en unas elecciones presidenciales sumamente reñidas. Por su parte, la bota militar ha sido puesta en su lugar en toda la región. El ruido de sables es una práctica de antaño, aun en momentos de turbulencia económica. Inclusive en un país aquejado por la violencia política como Colombia, el presidente Álvaro Uribe ha venido ejerciendo una gestión gubernamental firme, pero sin llegar a imponer un estado militarista.Hay noticias que hacen creer que América Latina va hacia el precipicio. El gasto desbordado del gobierno de Chávez, el proceso de reconcentración del poder que ha conseguido llevar adelante mediante su dominio del poder judicial, la Asamblea Nacional y los sindicatos, y el nombramiento de allegados militares en puestos claves de la administración pública contradicen todo lo que se ha dicho sobre el avance de las reformas. También en Bolivia, Evo Morales está enfilando por el mismo camino populista de Chávez, al nacionalizar sectores clave y concentrar el control. Pero lejos de ser la norma en la región, esas acciones que reciben tanta atención en los titulares, no son sino la excepción que confirma la regla.Claro está que el progreso no se ha producido en todos los frentes ni ha sido uniforme. La reforma jurídica y la laboral se han demorado, la corrupción sigue corroyendo muchas instituciones y a los gobiernos todavía les resulta difícil proporcionar servicios básicos a sus ciudadanos. Con razón, esto engendra cierto cinismo y hasta indignación en algunos países. Pero aunque América Latina todavía tiene un largo camino por delante, los libros de Reid y de Lora aciertan en reconocer todo el terreno que se ha cubierto.
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El Espectador - Colombia/23/09/2007

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