14/9/07

Este dedo vale 12.000 $

Michael Moore: "Cuba tiene un mejor sistema de salud que mi país"

"Yo tenía un show por televisión, TV Nation, y un día se me ocurrió hacer una sana competencia -recuerda el hombre, ahora no tan excedido de peso-. Mandé camarógrafos a las salas de emergencia de un hospital en Fort Lauderdale, otra cámara a Toronto y la tercera a Cuba. Había que esperar que llegara alguien con un brazo o una pierna quebrada, lo que fuera, y luego comparar la atención y los costos. Lo asombroso fue que en Cuba el paciente tuvo la mejor atención que uno pudiera imaginar. Así que le dije a la gente de la NBC que había ganado Cuba. Fue entonces que recibí la llamada de un censor, bueno, ellos no lo llamarían así, pero esta mujer me dijo que no podía decir que Cuba tenía un mejor sistema de salud que el nuestro, y que estaba en contra de las regulaciones. Digamos que allí pudo nacer la idea."

No tiene el cabello largo asomándole por debajo de la gorrita de béisbol, sencillamente porque la gorrita hoy no forma parte de su vestuario. Atildado, con el pelo corto, remera negra, saco sport al tono y, eso sí, sus infaltables zapatillas blancas, Michael Moore se presenta ante el público que pagó más de diez dólares canadienses para ver Captain Mike Across America, recordando que "en este Festival, estuve hace 18 años presentando en premiére mundial mi primer documental (Roger & Me), y el tráfico sigue siendo imposible. Han derribado algunos edificios, pero, ¿es que no pueden resolver nada sin que uno les tenga que decir?"

No dejó de bromear Moore mientras la gente le festejaba cada salida graciosa. "Cuando me dieron el Oscar por Bowling for Columbine me sacaron rápido del escenario... tal vez porque creían que entre mi ropa tenía armas de destrucción masiva", y así siguió la tardecita del viernes.

Otra cosa fue a la mañana del día siguiente.

Michael Moore se ha hecho a sí mismo -aunque mucho mérito de esto le deba a su odiado opositor George W. Bush-. Luego de Bowling for Columbine, mazazo contra el armamentismo en los Estados Unidos, y la premiada Fahrenheit 9/11, en la que demostraba la impericia del presidente Bush ante el ataque de Bin Laden, Moore se volvió un ser amado por los medios -y lo que es más: por la gente-. Y aún antes de pensar cómo sería Sicko, que enjuicia el sistema de salud de su país, se grabó a sí mismo en el tour por varios estados antes de las elecciones presidenciales de 2004, en las que Bush conseguiría, a su pesar, la reelección.

"En verdad, mi propósito era salvar a (el candidato) John Kerry y los demócratas de sí mismos", decía el sábado, ya menos formal para atender a la prensa internacional. Con bermudas caqui que le quedaban, cómo decirlo, tan ridículas como la expresión de Bush cuando se entera del ataque del 11 de setiembre en Fahrenheit..., Moore bramaba por los ojos.

"Decidí salir en gira por mi país para convencer, no sólo a los más jóvenes, que tenían que anotarse y votar, porque sino podíamos perder una oportunidad histórica. Y de hecho las elecciones presidenciales de 2004 lo fueron: el mundo no sería el mismo hoy si los resultados no se hubieran dado como se dieron", reflexiona algo más calmo.

¿Y era necesario que les regalara ropa interior en sus presentaciones, a los que le decían que sí, que iban a votar?

Todo es válido. Puede fijarse en las barbaridades que Bush salió a hacer antes de las elecciones, cuando lastimaron la figura de Kerry sacando a la luz cuestiones referidas a su participación durante la guerra, y cómo los veteranos que lo apoyaban se dieron vuelta. Yo puedo causar un efecto con la ropa interior, pero hay gente que ha hecho cosas que no tienen nombre.

Moore está casi todo el tiempo en la pantalla durante Captain America..., cual evangelista pregona y pregona, y hasta consiguió que varios músicos y artistas, como nuestro conocido Viggo Mortensen, Roseanne Barr o Joan Baez lo apoyaran en su gira de "reconversión". Claro que el resultado de las elecciones no fue el por él esperado.

Pero antes de estrenar Captain Mike..., el provocador hombre nacido en Michigan realizó bajo el mayor de los sigilos Sicko, que en la Argentina se estrena el jueves 20. El documental pasó por el Festival de Cannes (fuera de concurso, "porque yo ya había ganado la Palma de Oro con Fahrenheit 9/11, y no era cuestión de competir para tener la parejita de Palmas", ¿bromea?), donde también habló largo y tendido con la prensa internacional.

"Yo tenía un show por televisión, TV Nation, y un día se me ocurrió hacer una sana competencia -recuerda el hombre, ahora no tan excedido de peso-. Mandé camarógrafos a las salas de emergencia de un hospital en Fort Lauderdale, otra cámara a Toronto y la tercera a Cuba. Había que esperar que llegara alguien con un brazo o una pierna quebrada, lo que fuera, y luego comparar la atención y los costos. Lo asombroso fue que en Cuba el paciente tuvo la mejor atención que uno pudiera imaginar. Así que le dije a la gente de la NBC que había ganado Cuba. Fue entonces que recibí la llamada de un censor, bueno, ellos no lo llamarían así, pero esta mujer me dijo que no podía decir que Cuba tenía un mejor sistema de salud que el nuestro, y que estaba en contra de las regulaciones. Digamos que allí pudo nacer la idea."

Años después, Moore llevó a la isla de Fidel un contingente de estadounidenses que habían actuado en los salvatajes del 11 de setiembre "y que no habían tenido un cuidado satisfactorio por parte del sistema de salud de mi país. Así que los subí a una embarcación y, tras intentar que los atendieran en Guantánamo -donde los prisioneros sí tienen una atención ejemplar, vaya curiosidad: mi gobierno se encarga mejor de aquellos a los que considera sospechosos de atentar contra mi país que a los que dieron su sangre por salvar ciudadanos norteamericanos-, terminamos en Cuba".

Muchos de ellos no eran rescatistas, sino simples voluntarios...

Sí, gente como usted o yo, aunque también hubo bomberos, muchos de ellos terminaron con la salud resquebrajada, problemas respiratorios, durante meses fueron atendidos. Pero no mejoraron. Pasaron meses, y años, y su condición se mantuvo. La toxicidad del aire fue terrible. OK, pero como estos voluntarios no eran empleados de la ciudad de Nueva York, ésta no se hacía cargo. Y muchos de ellos tampoco tenían una cobertura médica que los atendiera. No podían afrontar las operaciones o pagar los medicamentos necesarios.

Y por eso los llevó a Cuba...

En verdad, mi intención no era llevarlos a Cuba, sino a Guantánamo, que es una base estadounidense, ¿no es cierto? (sonríe). Así que, por más que la administración Bush me investigó, yo no salí de los Estados Unidos... hasta cierto punto. Luego, habrá visto, los remedios en Cuba costaban mucho, pero mucho más baratos que lo que le salían a esta mujer en los Estados Unidos. Y sus lágrimas eran verdaderas...

Para testimoniar lo mal que funciona el sistema de salud en su país, Michael Moore viajó con sus cámaras a Canadá, a Francia, a Gran Bretaña. "Y es increíble cómo el Gobierno inglés se hace cargo de todos los gastos -cuenta-. Los hospitales son públicos, y yo no podía creer que los ciudadanos no pagaran nada. Fíjese lo que pasa en mi país, donde hemos permitido que, en algún momento, la avaricia y la codicia se metiera de lleno en la salud, y se transformara en negocio. Por Dios, estamos hablando de salvar vidas humanas!"

¿Cómo fue el caso del hombre que se rebanó los dedos y no tenía seguro médico?

Eso es patético. Llegó al hospital y le dieron dos opciones: por 60.000 dólares le arreglaban el dedo del medio, y por 12.000, el anular, el dedo donde llevaba el anillo. Será porque Rick era un romántico, pero eligió esta segunda chance; si Rick hubiera estado unos cuántos kilómetros al norte, en Canadá, nada de esta conversación hubiera tenido lugar. A un hombre que sufrió el corte de sus cinco dedos, se los arreglaron y sin costo alguno.
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inSurGente/Noti Cuba/Clarín (Pablo O. Scholz)/14/09/2007

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