12/9/07

Recelo ante Rusia y deseo de competencia explican intenciones restrictivas en Europa

Londres-RIA Novosti-Los recelos ante Rusia y el deseo de crear un entorno competitivo son dos factores fundamentales que hacen a la UE debatir las eventuales restricciones sobre el acceso de inversores foráneos hacia el mercado europeo de la energía, opinan varios expertos británicos.
Según la información del periódico Financial Times, la Comisión Europea dará a conocer el próximo 19 de septiembre varios anteproyectos que restringen las inversiones de terceros países en el sector energético de la UE. Entre otras cosas, se contempla limitar las llamadas inversiones no comerciales, es decir, aquellas que son realizadas por empresas públicas no europeas, así como aplicar con carácter obligatorio el principio de la reciprocidad, de acuerdo con el cual la UE responderá con medidas similares a cualquier país que restrinja las inversiones de capital europeo.
Los tres objetivos clave de la Política de Energía en Europa - documento que la Comisión Europea aprobó en marzo pasado - son minimizar el consumo de hidrocarburos pasando a las fuentes alternativas de energía por razones medioambientales; asegurar un mayor grado de autonomía con respecto a los proveedores del gas y el petróleo; y fomentar la competencia en el mercado.
"Conseguir las tres cosas a la vez es muy complicado pero la energía constituye la base de la economía, y para garantizar la estabilidad de ésta última, hace falta crear un mercado con la máxima competencia posible", declaró a RIA Novosti Iain Begg, director de programas europeos en la Chatham House de Londres (Instituto Real de Relaciones Internacionales). "Ahora bien, existe un conflicto en el seno de la UE. Gran Bretaña, por ejemplo, cree en la libre competencia, no en el concepto de los llamados ‘campeones nacionales', o sea, empresas foráneas capaces de acaparar una cuota considerable del mercado doméstico", observó el experto. El grupo ruso Gazprom es un exponente típico de esta categoría. Otros países de la UE, como Francia, "sienten pavor ante los campeones nacionales" y procuran por todos los medios limitar su influencia en el mercado europeo, agregó Begg.
La falta de una postura única al respecto dentro de la Unión Europea supone un problema grave para el mercado global, piensa Ben Aris, director del periódico Business New Europe.
"Hay una división tremenda en Europa. No cabe hablar siquiera de una política europea de energía, pues muchas decisiones son tomadas al nivel de países sueltos. Los escándalos en el marco de la UE y la inexistencia de una estrategia única revierten en perjuicio de la situación", señaló él en una entrevista a RIA Novosti.
David Buchan, del Instituto de Oxford para Estudios sobre la Energía (OIES), resaltó a su vez que las futuras restricciones se aplicarán en primer término a las redes de distribución y transporte, porque muchos europeos no quieren que estos sistemas sean entregados a monopolios como Gazprom. "En caso de que seis o siete empresas rusas disputaran el suministro del gas a la UE, los europeos estarían felices, pues habría competencia", observó él.
La introducción de medidas proteccionistas podría afectar fuertemente los intereses de empresas europeas. "Las compañías quieren ampliar la cooperación con Rusia para asegurarse el acceso a las fuentes de energía", subrayó Ben Aris. "Por otro lado, las autoridades rusas también limitan las inversiones extranjeras en su país", agregó.
"Rusia necesita ayuda en lo que respecta a la gestión empresarial y las tecnologías, y Europa podría ofrecérsela. Los europeos también necesitamos el acceso al mercado ruso, pues Rusia posee recursos energéticos", dijo.
Al margen del problema de la competencia, hay una serie de razones estrictamente políticas que explican las intenciones de la UE.
"Contamos mucho con el gas y el petróleo rusos pero, a la vez, desconfiamos de Rusia. Claro que nos damos cuenta de esta situación e intentamos resolverla de alguna manera", admitió Iain Begg, de la Chatham House.
El momento crucial en las relaciones de la UE con Rusia fue el invierno de 2005/2006, cuando Moscú suspendió los suministros del gas a Ucrania. Aquel conflicto "realmente conmovió a la UE" y "provocó fuertes recelos hacia Rusia", recordó Ben Aris.
A diferencia de Tony Blair, quien había sido en un principio muy tolerante hacia Moscú, el nuevo primer ministro británico Gordon Brown aplica una línea más dura, en opinión de Aris. "En plano económico, la cooperación entre Europa y Rusia tiene buena perspectiva pero, desde el punto de vista político, hay fuerte desconfianza. La Guerra Fría no ha terminado del todo en las mentes de los diplomáticos", piensa el experto.
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RIA Novosti - Russia/12/09/2007

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