30/10/07

China: resultado del XVII Congreso Nacional

Con el final del XVII Congreso Nacional del Partido Comunista (15-22 de octubre), China inicia un nuevo quinquenio de gobierno que concluirá oficialmente en 2012. En realidad, la semana clave de la República Popular es sólo la prolongación de un recorrido que dura años, pero es interesante comprobar como también en los pequeños detalles se hace visible hasta que punto ha sido efectiva la transformación que ha efectuado el gigante asiático: conceptos, liderazgo y nuevas perspectivas de la Administración Hu Jintao.
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Las declaraciones finales del XVII Congreso Nacional del Partido Comunista Chino revelan un fuerte pragmatismo de fondo. Sus actitudes políticas parecen presentar una tendencia que se ha difundido también en otros países, como ya han demostrado el presidente francés Sarkozy o los diez años de gobierno de un laborista “sui generis” en Reino Unido.El documento firmado por los 2.000 delegados del Partido apunta hacia una visión que sólo conserva de marxista el nombre del economista alemán. El notable “socialismo con características chinas”, hijo de las reformas y aperturas denguistas de los años ochenta, deja espacio a la intervención de las fuerzas del mercado (controladas) dentro de las fronteras nacionales.La resolución del 22 de octubre (que en términos prácticos no es sino la aprobación del informe presentado por Hu Jintao al inicio del Congreso, ya estudiado por los mismos delegados del partido durante el año que acaba de concluir) habla de una “adaptación del marxismo a las actuales condiciones de China” que, según han admitido los líderes de Pekín, se encuentra en una complicada situación.¿Cuáles serían estas condiciones? Un fuerte pero descompensado desarrollo que favorece a las provincias costeras, mientras que las del interior siguen sufriendo un importante retrasoPor este motivo Hu Jintao, convencido partidario de ese objetivo político denominado “sociedad armoniosa”, ha logrado insertar en la Constitución una enmienda que representa su aportación personal a la historia de la China contemporánea, como ya ocurrió en épocas pasadas de la mano sus antecesores: al Marxismo-Leninismo, al Pensamiento de Mao Zedong, a la Teoría de Deng Xiaoping y a las Tres Representaciones de Jiang Zemin se añade ahora el Pronóstico Científico del Desarrollo de Hu Jintao. De esta forma, se podría sintetizar el transcurso de la nación China desde 1949 hasta nuestros días de acuerdo con cuatro estadios principales: nacimiento y construcción (Mao), reforma (Deng), renovación e impulso (Jiang) y asentamiento (Hu).¿Sencillo? Todo lo contrario. Concienciados de la difícil situación del país, que según la resolución se encuentra todavía en “el primer estadio del socialismo”, el asentamiento deseado por Hu Jintao encuentra su vía de realización, principalmente, en el reforzamiento del Partido, eliminando el cáncer de la corrupción a través de una formación más severa, persiguiendo el desarrollo de métodos más democráticos y estableciendo una “meritocracia” en la selección. Por tanto, ¿vía libre a las elecciones internas? No exactamente.En cualquier caso, no conviene engañarse: la democracia a la que se hace referencia en el texto no debe ser tomada como la democracia a la que se está habituado en occidente y, debido a la falta de raíces en el territorio chino, la democracia euro-atlántica solamente podrá llegar a la República Popular al precio de enormes cambios sociales.¿Cómo se debe traducir entonces el término “Minzhu” (democracia), que Hu Jintao repitió “más de 60 veces” en su discurso de apertura? Según el desarrollo científico, la apertura “democrática” de Hu es verdadera sólo si se subordina al control de la vida política y económica nacional por parte del Partido. También el pluripartidismo, del que se ha hablado, existiría solamente si fuera reconocido el liderazgo del PCC.Las propuestas reformistas están amortizadas por una ventana de ortodoxia. La “democracia” de Hu es, por tanto, el compromiso surgido del desencuentro entre un ala más moderada y otra más conservadora
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Más allá de declaraciones, resoluciones e intenciones de diverso tipo, lo que cuenta son los hombres destinados a ponerlas en práctica. Más que el documento conclusivo, lo que realmente interesa a China, a Asia y al mundo, es el elenco de hombres que encontrarán un puesto en el Comité Permanente del Politburó, el verdadero centro de poder Chino.Desde el nacimiento del Partido Comunista, el Comité Permanente representa la prueba de fuego de los equilibrios de poder al interior de la República Popular, y de nuevo, en esta ocasión, se ha confirmado esta ley no escrita.De los nueve nombres que componen la formación que se sitúa en la cúspide de la pirámide china, cinco son los confirmados, cuatro los excluidos y otras cuatro las novedades.Entre los confirmados, naturalmente, Hu Jintao (64 años), junto con Wen Jiabao (65, fiel aliado de Hu), Wu bangguo (66), jia Qinglin (67) y Li Changchun (63).No formarán parte del Comité Permanente Huang Ju (depuesto en junio), Luo Gan (73 años), Wu Guanzheng (69) y Zeng Qinghong (68).Probarán los sillones de poder por primera vez Xi Jinping (54), Li Keqiang (52), He Guoqiang (63) y Zhou Yongkang (64).El abandono de la escena política de hombres como Zeng Qinghong, Luo Gan y Wu Guanzheg (por sobrepasar el límite de edad) y la deposición de Huang Ju, podrían otorgar una mayor libertad de acción a Hu Jintao. Los cuatro “ancianos”, del Comité Permanente eran, de hecho, hombres del presidente Jiang Zemin, cúpula de la célebre facción de Shanghai, orientada hacia el desarrollo económico a cualquier precio.A pesar de todo, el aire de compromiso ha soplado también en la elección del Comité Permanente. El factor Jiang no ha salido de escena y Hu Jintao deberá convivir durante otros cinco años con hombres fieles a su predecesor. Además de Wu Bangguo, Li Changchun y Jia Qingling, incluidos en el Comité Permanente en 2002 para contrarrestar la llegada de Hu Jintao, de los cuatro nuevos líderes sólo Li Keqiang se puede considerar un “hombre de Hu” a todos los efectos. Los otros parecen ligados, de un modo u otro, a la figura de Jiang Zemin.Hu Jintao se encuentra, por tanto, con dos únicos aliados de entre ocho miembros, mientras la alargada mano de Jiang cuenta todavía con cinco fieles dedos: Wu Bangguo, Li Changchun, Jia Qingling, He Guoqiang y Zhou Yongkang (si bien el vínculo de las alianzas no escritas es siempre muy frágil).La verdadera incógnita, sin embargo, la representa Xi Jinping. Aunque muchos quieren vincular su figura el mismo Jiang Zemin, Xi debe su suerte a su descendencia. Su padre, Xi Zhongxun, fue uno de los fundadores del Partido Comunista, lo que le convierte en un “principito”, es decir, una de las tantas personalidades que brillan con la luz de sus progenitores. En cualquier caso, tampoco él es un hombre de Hu Jintao.La relativa juventud de Xi, sólo dos años más que Li Keqiang, puede ser una de las claves de la cuestión. De este Comité Permanente deberá surgir aquel que, a partir del 2012, ocupará el cargo de Presidente de la República durante casi 10 años. Teniendo presente la norma de que a los setenta años todo cargo institucional debe ser abandonado, el futuro líder no podrá tener menos de 65 años en el 2012 y, por tanto, menos de 60 a día de hoy.Si Li Keqiang hubiera sido el único en cumplir este requisito, automáticamente se habría asumido su próxima nominación como líder chino. La presencia de Xi revela una elección de compromiso, a que Hu Jintao ha debido acceder para evitar ver como su protegido era ensalzado, aunque sólo fuese de modo virtual.Naturalmente de aquí al 2012 pueden suceder muchas cosas, y la historia de China nos enseña que nuevos “candidatos” pueden aparecer improvisadamente en la carrera por la sucesión. El propio Jiang Zemin surgió de las cenizas de Zhao Ziyang después de que, en 1989, la crisis de Tiananmen transformara la preselección de Deng Xiaoping en un exilio político dentro de la propia patria (sorprendentemente, Jiang Zemin fue nombrado Secretario General del PCC en junio de 1989, mientras Zhao Ziyang fue privado de todos sus poderes; muriendo en silencio en enero de 2005).
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Exceptuando algunas declaraciones obvias que confirman la orientación china hacia un desarrollo pacífico de las relaciones internacionales, el espacio dedicado a las relaciones exteriores y a la política exterior ha sido mínimo. Por otro lado, el objetivo principal del Congreso era el de reorganizar el partido, trazar informes y poner las bases para el crecimiento económico y social del futuro.Se distingue, entre otras cosas, el mensaje de paz que Hu Jintao expresó a los “compatriotas de Taiwán” en la primera jornada del Congreso. Confirma la negación de Pekín a cualquier empuje independentista (“nunca vacilaremos en cuanto al principio de la China Única, no abandonaremos nuestros esfuerzos para alcanzar una reunificación pacífica, nunca cambiaremos la política de esperanza en las relaciones con los taiwaneses y no comprometeremos nuestra oposición a las actividades secesionistas por la independencia de Taiwán”), Hu Jintao ha cambiado su registro con respecto a meses anteriores, cuando subrayada la línea dura declarándose dispuesto a impedir la independencia a cualquier precio, incluido el militar. ¿A qué se debe este imprevisto “cambio de rumbo”? Las respuestas pueden ser múltiples. Ante todo, habría que señalar el contexto en el que se inscribe la declaración. Un discurso pleno de buenos propósitos no puede contener, ni siquiera teóricamente, el uso de la fuerza. En segundo lugar, la propuesta de resolución pacífica está subordinada a la única condición de que “Taiwán sea indiscutiblemente china”; condición reforzada por el apoyo y el aprecio que Estados Unidos ha mostrado hacia China en los últimos meses, probablemente obligados por las propuestas independentistas de Chen Shui-bian; Estados Unidos aboga no por la independencia de la isla, sino por el mantenimiento del statu quo (situación que beneficiaría a Washington) o al menos por una resolución pacífica del problema. Por parte de la población de la isla, la paz suena más a “Pax China”.En tercer lugar, el ramo de olivo de Hu representa una intervención de Pekín en la campaña electora de Taiwán, que ve mejor a Ma Ying-jeou (KMT) antes que a Frank Hsieh (perteneciente al PDP, el partido de Chen). No se trata del “divide y vencerás”, pero una China menos dura aumenta las posibilidades de victoria del KMT, para nada interesado en la independencia de la isla y más propenso a estrechar lazos con los chinos continentales.Por último, ahora mismo no es el momento adecuado para que se produzca una guerra en el Estrecho. A pesar de los misiles situados en Fujian que apuntan a Taiwán, y del debate en la isla sobre la producción de Hsiung Feng III (un potente misil antinaval, claramente orientado a defender la costa ante un eventual ataque marítimo, sector al que China está dedicando grandes inversiones), Pekín está más preocupada por la inestabilidad en Myanmar.China es el principal aliado de la junta del general birmano Than Shwe, además de compartir con la antigua Birmania la difícil gestión de los monjes budistas. La protesta que se está llevando a cabo y que tiene entre las cuerdas al gobierno de Naypyidaw podría trasladarse al Tíbet, otra región sensible para Pekín.En este sentido, el hecho que Washington invitara a la Casa Blanca al Dalai Lama para premiarlo con una medalla de oro al Congreso (en la semana más importante de la política china), ha lanzado un claro mensaje a los monjes: “estamos con ustedes”. Mensaje que, desde Myanmar, se propagó rápidamente al Tíbet, donde (según publica un periódico de Hong Kong) se produjo un conato de violencia por parte de los monjes locales, que fue rápidamente aplacado.
Muchos hablan de la actual China como fruto de los compromisos de Hu Jintao. El equipo elegido para gestionar los próximos cinco años, de hecho, es una mezcla de dos corrientes contrastadas y las políticas se encuentran entre el reformismo y la ortodoxia: mayor atención al desarrollo económico interno y a la restricción de las diferencias sociales, además de un mayor control por parte del partido en la vida económica y política del país.Por otro lado, el actual presidente difícilmente hubiera podido eliminar del todo la facción de Jiang Zemin, constituida y reforzada entre 1992 y 2002, y ampliamente presente también en los cinco años sucesivos. Comienza por tanto, la prueba de fuego para Hu Jintao. Dentro y fuera de las fronteras chinas, los líderes saben que cualquier movimiento será examinado por las diferentes corrientes internas del partido y el destino de su heredero (Li Kegiang) dependerá ante todo de sí mismo y de sus fieles, destacando en primer lugar el Primer Ministro Wen Jiabao.
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Traducción de Diana Quintero y Daniel García
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Equilibri.net - Italy/30/10/2007

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