15/10/07

Fernández lo tiene fácil para convertirse en la envidia de Hillary


Cristina Fernández de Kirchner tiene a su favor el amparo del poder de su marido y una formidable maquinaria mediática perfectamente explotada.
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En el año 2003 la primera vuelta de las elecciones argentinas fue ganada por el ex presidente Carlos Menem, en un intento de retorno político que se mostró fallido cuando el resto de rivales se coaligó en su contra. Menem, representante por así decir de un peronismo liberal–conservador y con un primer mandato presidencial positivo –no así el segundo–, se retiró unos pocos días antes de la segunda vuelta. El miedo de Menem a una derrota estrepitosa elevó a Néstor Kirchner, con solo un 22% de votos, a la Presidencia de la nación. El nuevo presidente se inscribía –por así decir – en un indefinido peronismo de izquierdas.

Lo cierto es que Kirchner ha llegado al final de su mandato con múltiples peculiaridades, entre ellas la de no reunir casi nunca a su Gabinete y la de nombrar sucesora a su esposa. Su original mandato, su indudable personalidad, sus bandazos en la política cotidiana –algo por otra parte muy propio del peronismo– le han llevado a una situación casi envidiable. Una popularidad notable, una importante mejora en la situación económica argentina aunque buena parte de las reformas estructurales aún continúen pendientes, y ahora la amplia posibilidad de que su mujer le suceda en su puesto.

La próxima cita, en dos semanas

El 28 de octubre de 2007 se celebrarán las elecciones presidenciales en este país agitado que desde su Declaración de Independencia el 9 de julio de 1816 en Tucumán ha vivido diversas guerras, inestabilidad, golpes de Estado, dictaduras... hasta el retorno de la democracia en 1983. Hoy, sin embargo, los dos grandes partidos, el Justicialista y la Unión Cívica Radical, se hallan fragmentados, divididos y con miembros relevantes integrados en casi todas las candidaturas que se presentan a la Presidencia. Y es que en Argentina, desde la irrupción de Juan Domingo Perón, se suele votar más a la persona que a unas siglas en las que casi nadie termina de creer de forma efectiva.

Y muy probablemente, al kirchnerismo le pueda suceder en un futuro próximo el macrismo del empresario y gobernador de Buenos Aires Mauricio Macri, tal vez el rival de mayor peso que puede tener a medio plazo el gobierno actual.

Las dos favoritas

Duelo de mujeres, personalidades muy definidas y tal vez poco entendibles fuera de la política argentina. Cristina es el glamour, el poder oficialista, la simpatía y el carácter indomable... dentro de un programa confuso de gobierno, más allá de la continuidad. Elisa es también carismática y populista aunque en un sentido opuesto al de su rival. La única esperanza de Elisa es atraer el voto en una segunda vuelta de todo el centro derecha, de los peronistas anti Kirchner... y el de los minoritarios socialistas aliados a su fórmula presidencial.

Cristina Fernández de Kirchner: Frente para la Victoria. Nacida en 1953, la esposa del presidente Néstor Kirchner ha creado un movimiento oficialista en torno a su persona y a creciente estrella mediática. Su programa es el mismo que el de su marido: "Con el orgullo de lo que hemos cumplido, construimos esta confianza que nos une"; y sus modelos, dos mujeres ten diferentes como la mítica Evita Perón y la inefable Hillary Clinton, que en estos días pelea por ganar la primarias del Partido Demócrata en Estados Unidos y obtener así la candidatura a las presidenciales de 2008. Cristina es un ciclón que poco a poco está aprendiendo a moderarse: su vanidad es proverbial y levanta pasiones (a favor y en contra). La ruta más probable del futuro gobierno sea la atracción de la inversión extranjera y por tanto ponerse más en la estela de Brasil y Chile en su relación con Estados Unidos que en la locura bolivarista de Hugo Chávez.

El compañero de fórmula presidencial es Julio Cobos, gobernador de Mendoza, ex miembro de la Unión Cívica Radical, de la que acaba de ser expulsado.

Elisa Carrió: Coalición Cívica. Esta mujer arrolladora llegó a obtener tres millones de votos en 2003, es la bestia negra del gobierno y sus duelos con Cristina tienen una dimensión épica. Las raíces políticas de su familia se hunden en la tradición radical. Elisa, no obstante, tiene una posición propia, que se resume: "Mi única razón de permanencia en la política es el armado de una gran Coalición Cívica que saque al país de la corrupción y la injusticia, y esto incluye la posibilidad de que esté Ricardo López Murphy". Cristiana convencida y de comunión diaria, defiende cierta liberalización de la economía y -sobre todo– una severa política de austeridad en todo lo que se refiere el gasto público.

Se labró su fama denunciando la corrupción en los diferentes gobiernos. Su programa no es definido y en eso coincide con el personalismo de su rival Cristina. Si ésta acude vestida de forma impoluta y luciendo las mejores galas, Elisa no se deja fotografiar y recorre todos los rincones de Buenos Aires en busca del voto.

En un nuevo ejemplo de la peculiar mezcolanza de la política argentina, su compañero de fórmula y candidato a vicepresidente es Rubén Giustiniani, senador nacional por Santa Fe y titular del Partido Socialista. Fue elegido en una terna de la que también formaban parte el arista (ARI, Afirmación por una República Igualitaria, el partido de Elisa) Adrián Pérez y el peronista Gerardo Conte Grand. Más mezcla imposible.

Los "outsiders"

Ricardo López Murphy y Mauricio Macri intentan urdir un programa de cambio real para Argentina que la acerque a los parámetros de la política europea. Unidos a Elisa Carrió tendrían muchas posibilidades, pero ahí radica su punto débil, en la división de lo que hoy puede ser asimilable a un partido de centro derecha en Europa. En la misma línea ideológica –prueba una vez más de la terrible división de la oposición a Kirchner– se inscribe Roberto Lavagna, que no ha logrado transmitir que la mejora económica comenzó con su gestión ministerial y Alberto Rodríguez Saa, peronista tradicional, probablemente anticuado, que cuenta sin embargo con el aval de Menem.

Los orígenes de Murphy son de la Unión Cívica Radical, los de Lavagna y Saa pertenecen el antiguo peronismo oficial. Sin embargo cabe recordar que en las elecciones de septiembre de 1973, el Frejuli (Frente Justicia, Unión y Libertad) encabezado por Juan Domingo Perón ya contaba con aliados ex radicales. No en vano alcanzaron casi el 62% de los votos.

Ricardo López Murphy: Recrear para el Crecimiento, coaligado con Compromiso por el Cambio (Mauricio Macri). Este profesor universitario apodado el bulldog tiene su origen político en la Unión Cívica Radical y llegó a ser ministro en el Gobierno de Fernando de La Rúa. Se presenta no sólo a la Presidencia sino también como diputado por Buenos Aires. Su propuesta, cercana al centro liberal, se basa en la recuperación del los valores republicanos del progreso, entendido en el sentido más amplio posible.

Se le presume cercano a Elisa Carrió, sobre todo para el caso de una segunda vuelta. Los intentos de coalición, sin embargo, fracasaron. Ha declarado que sus libros favoritos son Intelectuales de Paul Johnson, 1984 de George Orwell y La sociedad abierta y sus enemigos de Karl Popper. Recientemente ha participado en la Convención Internacional Perspectivas Económicas y Políticas en América Latina, al lado de José María Aznar; Pedro Pablo Kuczynski, ex primer ministro de Perú; Cristian Larroulet, de Libertad y Desarrollo de Chile; los escritores Carlos Alberto Montaner y Plinio Apuleyo Mendoza, dos de los tres autores de El manual del perfecto idiota latinoamericano; Lourdes Flores, presidenta del Partido Popular Cristiano; y Luis Carranza, ministro de Economía y Finanzas de Perú. Su fórmula presidencial incluye al diputado Estéban Bullrich. Al final no logró su objetivo de integrar a un representante de la PRO (Propuesta Republicana) de Macri, pero ambos líderes mantienen, con alguna dificultad, la coalición y la sintonía, no en vano el mismísimo Mauricio Macri, flamante jefe de gobierno de Buenos Aires con un 60% de los votos, ha visitado hace unos días España y se ha entrevistado en la calle Génova con Mariano Rajoy, presidente del Partido Popular.

Roberto Lavagna: Una Nación Avanzada. Es un veterano político nacido en 1942. Se presenta nada menos que con los restos de la Unión Cívica Radical, el partido argentino clásico creado en 1890 y al que perteneciera el no menos famoso presidente Hipólito Irigoyen en el primer tercio del siglo XX.

Pero Lavagna, ministro de Economía en 2002 con el peronista Eduardo Duhalde, ha incorporado también a diversos disidentes de las múltiples ramas del peronismo. Su aval es el milagro económico argentino que sacó a su país del abismo en el periodo 2002-2005. Se enemistó con Kirchner y creó su propia formación. La base de su programa de centro–derecha es el desarrollo económico. El número dos es Gerardo Morales, uno de los jefes de la Unión Cívica Radical.

Alberto Rodríguez Saa: Frejuli. Flamante gobernador de San Luis, se proclama heredero del Partido Justicialista creado por Perón (de hecho conserva el nombre con el que el general arrasó en las elecciones de septiembre de 1973) y rompió la unidad del Movimiento por el que entendió como desviacionismo de Néstor Kirchner. Entre sus valedores destacan los ex presidentes Carlos Menem –nada menos- y Adolfo Rodríguez Saá, su hermano y ex presidente durante siete días. Su programa se inscribe en lo que podríamos denominar "peronismo tradicional", aunque con matices, ya que estaría cercano a Menem, que ya hizo derivar las propuestas habituales del peronismo hacia un sesgo claramente liberal conservador. En todo caso, Saa ataca con dureza a Kirchner y a Cristina y trata de entroncar con los gobiernos peronistas anteriores al actual.

Los minoritarios

Su único objetivo es lograr publicidad para sus respectivos programas, y salvo Gustavo Breide Obeid, un carapintada de otra época, el resto son comunistas de diverso pelaje y nulas posibilidades. Una excepción, aunque sólo sea por su pequeño afán de moderación y su obra cinematográfica –discreta por otra parte– es Fernando Solanas. Y otra excepción naturalmente es el peronista Jorge Omar Sobisch, que lleva como candidato a vicepresidente a un escritor de prestigio y antiguo embajador del gobierno de Menem: lo suyo hubiera sido ir en la misma lista que Rodríguez Saa.

Gustavo Breide Obeid: Partido Popular de la Reconstrucción. Militar en prisión de 1990 a 1997 por diversos intentos de golpes de Estado, defiende la restauración de los valores tradicionales y un programa nacional sindicalista no muy lejano al primer peronismo de los años cuarenta.

Jorge Omar Sobisch. Movimiento de Provincias Unidas. Es el gobernador de Neuquén y proviene del peronismo, de hecho se le considera próximo a Rodríguez Saa. Su programa se basa en la descentralización y ha llegado a proponer un embrión de organización autonómica que tiene escasas posibilidades de triunfo. Su compañero de fórmula es el escritor Jorge Asis, embajador de la Argentina en Portugal durante el gobierno de Menem, de quien se ha erigido en defensor. Entre sus obras figuran Flores robadas en los jardines de Quilmas (1980) y Excelencias de la nada (2001). Sobisch se ha atrevido a calificar de "fascista" a Cristina.

Vilma Ana Ripio: Movimiento Socialista de los Trabajadores. Trotskista revolucionaria y feminista. Defiende la renovación de la izquierda y se opone tanto a Cristina como a Elisa... tratando de entrar a formar parte en la batalla entre mujeres que está caracterizando la recta final de la campaña argentina.

Fernando Solanas: Movimiento Proyecto Sur. El conocido director de cine autor de La hora de los hornos (1968), Los hijos de Fierro (1975), Sur (1988) o Memoria del saqueo (2004) propone un ambicioso plan de reconstrucción industrial. Se dice moderado de centro izquierda pero es amigo del presidente venezolano Hugo Chávez, para quien ha filmado diversos documentales de propaganda.

Las elecciones

Hay otras el 28 de octubre, pero las más importantes son las presidenciales: la clara favorita es Cristina, y la única duda estriba en saber si alcanzará mayoría absoluta o habrá de ir a una segunda vuelta. No parece que ésta le fuera a privar de la presidencia, pero es cierto que provocaría una mayor tensión electoral, sobre todo si Carrió, Lavagna y Murphy unieran sus fuerzas en ella.

Cristina necesita más del 45% de los votos para conseguir su objetivo en primera ronda, aunque también le serviría un 40% siempre y cuando sobrepasara en al menos 10 puntos a sus rivales, algo –esto último– un poco más difícil.

De todos modos, algunas encuestas le llegan a otorgar a Cristina algo más de un 40%, por el 20% de Elisa. Una diferencia muy grande en la que tienen mucho que ver dos detalles: la formidable maquinaria gubernamental al servicio de la candidata oficial y la terrible fragmentación de la oposición, que parece seguir criterios personales en lugar de propuestas políticas creíbles. También hay que reconocer, por supuesto, el carisma y el encanto personal de Cristina ante un electorado que siempre ha adorado a los líderes carismáticos: Perón, Evita, Menem... aunque luego se olvidara de esos oropeles cuando llegaba la dura realidad.

El peronismo, clave política argentina

Juan Domingo Perón dijo en una ocasión que Argentina se dividía en tres sectores: un tercio conservadores, un tercio radicales y un tercio socialistas. Cuando el periodista, extrañado, le preguntó: "Mi general, ¿y el peronismo?", el viejo militar, ya veterano, exclamó: "Ah... peronistas somos todos".

La presencia del peronismo constituye, a favor o en contra, la espina dorsal de la política argentina, no sólo porque el justicialismo sea capaz de representar a un tiempo la izquierda, el centro y la derecha, sino porque los partidos tradicionales se han hecho añicos en Argentina. El observador europeo trata de dividir las opciones en los moldes tradicionales, pero en Argentina no sirve (salvo los minoritarios de extrema derecha o ultraizquierda).

Los intentos de encasillamiento resultan inútiles. En principio Cristina se asemeja a un centro izquierda moderado, tipo Ségolène Royal o Hillary Clinton (si es que a la mujer de Bill Clinton se la puede calificar así), incluso Kirchner en algún momento, pese a pertenecer al peronismo, ha coqueteado con el mismo presidente José Luis Rodríguez Zapatero y ha huido de la presencia de George W. Bush.

Pero ¿cómo calificar a su mayor enemigo, Elisa Carrió? Ella es católica militante, quiere liberalizar la economía y parece liderar un programa de derecha renovadora, y sin embargo su compañero de fórmula es el presidente del partido socialista argentino. De todos modos, como una unión Murphy–Elisa es la única alternativa a los Kirchner, de algún modo se inscribirían en el centro–derecha europeo, algo a lo que aspiran de forma decidida tanto López Murphy como Mauricio Macri.

Pero esto no significa que no podamos incluir entre los centristas a Lavagna: lo único es que su currículum político es tan peronista como el de Kirchner de quien fue ministro... aunque, eso sí, su vicepresidente es un ex lider de la Unión Cívica Radical.

Y ¿qué decir del peronista más tradicional, Rodríguez Saa? Pese a su parafernalia justicialista, el apoyo de Menem -el hombre que intentó asimilar el nuevo peronismo a la derecha liberal europea y americana- indica que Saa podría ocupar un espacio político similar.

En suma, la Unión Cívica Radical, en plena crisis, se presenta con un candidato peronista, Lavagna. El peronismo oficial presenta junto a Cristina a un antiguo alto cargo radical. El que lleva el nombre del peronismo tradicional es Saa, pero no es oficialista en este caso. Y dos antiguos radicales se presentan en listas peculiares, Elisa Carrio con un socialista de vicepresidente y López Murphy hace malabarismos para mantener la coalición y el apoyo de Mauricio Macri, el popular y derechista gobernador de Buenos Aires. Es decir, un lío morrocotudo que brindará en bandeja la presidencia a Cristina Fernández de Kirchner.

Aunque la firmeza de Cristina parece roqueña, algunos rumores colocan su nivel por debajo del 40%, lo que obligaría a una segunda vuelta. Elisa Carrió y López Murphy luchan por ese segundo puesto, pero sea quien fuere el que lo consiga se están produciendo los primeros acercamientos. No sólo Elisa ha admitido la posibilidad de poder contar con Murphy en un futuro gobierno, sino que éste ha señalado de forma explícita el apoyo a la líder de Coalición Cívica en caso de segunda vuelta. Y lo que es más importante, el popular gobernador de Buenos Aires, Mauricio Macri, aliado de Murphy pero con muchas tensiones, ha salido en los medios de comunicación apoyándoles sin fisuras e incluso proclamando que será el antiguo ministro el que se enfrente a Cristina en la segunda vuelta.

¿Cristina izquierda y sus opositores moderados el centro derecha? En cierto sentido podría así considerarse, pero la campaña y el programa de la favorita no se llamarían de izquierdas en ningún lugar de Europa. Tal vez la conclusión más cierta sea la mencionada del viejo Perón: "Todos peronistas"...
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semanal digital - España/15/10/2007

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