31/10/07

África: competición económica entre China, Europa y Estados Unidos

El continente africano es, desde hace años, el centro de la agenda política de las potencias mundiales, que están tratando de acaparar los proyectos de inversión y desarrollo con el objetivo de incrementar su presencia económica en la región. Estrechar alianzas comerciales se ha convertido en un objetivo necesario en base al cual Pekín, Bruselas y Washington están desarrollando nuevas estrategias de intervención. La intención última es la de aumentar su influencia sobre una de las áreas más importantes de todo el tablero internacional.
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Sergio Porcu
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El interés de Pekín en África es de carácter exclusivamente económico: el crecimiento constante de los indicadores macroeconómicos del coloso asiático (en el caso del PIB oscila entre el 8 y 10% anual), ha empujado al país a buscar nuevas fuentes de energía que puedan satisfacer su demanda interna. Ha sido fácil encontrar en el continente negro el mercado idóneo para satisfacer esta necesidad energética, decisiva a su vez para emprender la senda del crecimiento.Los datos indican que está creciendo el papel jugado por la República Popular China a la hora de estimular las Inversiones Extranjeras Directas (IED) en África. Por el momento, sin embargo, las fuentes principales de IED en el continente siguen proviniendo de Reino Unido, Estados Unidos y Francia. A cambio de los enormes capitales chinos invertidos en los países africanos, los acuerdos comerciales prevén el abastecimiento de las materias primasindispensables para el éxito económico del gigante asiático, principalmente petróleo, cobre y hierro.Los acuerdos entre Pekín y las diversas capitales de los países africanos, que se integran dentro de la línea político-diplomática que opta por la no interferencia, se han firmado con gran facilidad y rapidez. En la práctica, los compromisos de China son de naturaleza exclusivamente económica. Además, han acordado no interferir en cuestiones políticas internas que afecten a sus respectivos socios comerciales. China se ha abstenido de realizar juicios sobre temas tan delicados como el respeto a los derechos humanos o las libertades fundamentales de los individuos: Pekín sólo presta atención a la naturaleza y a la entidad de la recíproca colaboración.Se trata de una estrategia que obstaculiza las ambiciones de Bruselas y Washington, que quieren que la cooperación económica dependa de “parámetros de inspiración democrática”. Precisamente por esto los países africanos han preferido establecer alianzas comerciales con Pekín, que no pone condiciones de este tipo.La “falta de escrúpulos” de China se conjuga con la escasa sensibilidad de muchos dictadores dispuestos a todo por no renunciar a su poder. Por otro lado, son raras las ocasiones en las que China se preocupa por averiguar en qué invierten su dinero los países africanos, lo que aumenta aún más la sintonía entre el país asiático y el continente negro. Esta es la base en la que se fundamentan las principales acusaciones de Estados Unidos y de Europa. Dichas acusaciones han empujado al premier chino Wen Jiabao a defender la transparencia en la utilización de los fondos, tal y como declaró el pasado mayo en Shanghai, durante el transcurso de los trabajos del Banco de Desarrollo Africano.Los analistas han interpretado estas afirmaciones como una mera declaración de intenciones, sin ninguna repercusión concreta en el ámbito de los intereses comerciales de Asia en África. Sin embargo, las protestas entre los propios líderes africanos no se han hecho esperar: por ejemplo, el ministro de de finanzas de Kenya, Amos Kimunya, a hecho públicas sus dudas acerca de si Pekín es “una bendición o una amenaza para África”. En cualquier caso, son pocos los que temen un neocolionalismo de matriz inglesa.“China no se mueve en base a la ideología en lo que respecta a las decisiones de naturaleza económica”, afirma Barry Sautman, experto en relaciones chino-africanas de la universidad de Hong Kong. En efecto, no han sido decisiones de naturaleza política las que han llevado a las empresas chinas a invertir en África, sino consideraciones de carácter meramente económico.
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El avance chino en África ha obligado a la Administración Bush a revisar sus propias estrategias en dos frentes principales: el económico y el militar (Véase:
Estados Unidos: nueva estrategia para la expansión económico-militar en África). Desde un punto de vista económico, aparece necesario impedir que el continente se convierta en una avanzadilla de la emergente economía asiática y, sobre todo, de la economía China (sin olvidar los intereses de Moscú, especialmente en lo que afecta al desarrollo de la industria de Defensa). En este sentido, Washington está tratando de no perder la posición que ocupa, a la cabeza de los principales inversores de los países africanos. Estados Unidos necesita además retomar las relaciones con los países que hasta ahora había considerado hostiles, como Libia y su “redescubierto” coronel Gheddafi. Actualmente se están destinando ingentes cantidades de dinero al África mediterránea, socios privilegiados en la lucha contra el terrorismo. Los beneficiarios son sobre todo Marruecos, Túnez y Argelia, que gozan de una estrecha colaboración con Washington nivel comercial.El área del África sub-sahariana se incluye en el AGOA (African Growth and Opportunities Act), un acuerdo internacional firmado en el año 2000 para facilitar la expansión de Estados Unidos hacia los 48 países que conforman esta zona africana y que ha servido al mismo tiempo para agilizar las exportaciones hacia América. Los intercambios comerciales entre ambas orillas del Atlántico han registrado un incremento considerable en el transcurso de los años. Las exportaciones de Estados Unidos han llegado a superar los 10.000 millones de dólares (en 2006 el total de las exportaciones estadounidenses hacia África alcanzó los 12.100 millones de dolares, contra los 59.200 millones de la importaciones proveniente de África).El sistema definido en el acuerdo del AGOA prevé una serie de agilizaciones fiscales y aduaneras que deberán impulsar la economía de la región sub-sahariana.La creación del AFRICOM (Véase: África: la creación del AFRICOM) es una de las respuestas militares que se han puesto en marcha. El organismo se encargará de gestionar en el interior del continente africano, en el plano logístico, aunque por el momento no se establecido una sede logística, que por el momento se encuentra en Alemania.
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Europa, aprovechando su proximidad geográfica con África, ha intentado elaborar una línea común para aumentar su presencia dentro del mercado africano. Sin embargo, los países europeos parecen inclinarse hacia las iniciativas autónomas alejadas de los programas de Bruselas, reforzando así sus propios intereses económico-comerciales. En este sentido, Francia sigue ocupando un lugar de relevancia, sobre todo tras la llegada del Presidente Sarkozy (Véase
África – Francia: la presencia francesa en África subsahariana). El nuevo inquilino del Eliseo ha situado en el centro de su política exterior la relación con los estados africanos. Para ello se está aprovechando de la influencia histórica de París sobre África, aunque su proyecto de Unión Mediterránea no ha sido todavía definido con claridad (Véase Magreb: posturas ante el proyecto de Unión Mediterránea).En cuanto a las iniciativas comunitarias, Egipto, Libia, Algeria, Túnez, Marruecos y Sáhara Occidental ya pertenecen al área de libre comercio euro-mediterráneo y se planea que el resto de los países comiencen a disfrutar pronto de los beneficios derivados del EPAS (Economic Partnership Agreements), que entrará en vigor el 1 de enero de 2008 (Véase África: el partnership con la Unión Europea). La participación de Europa en África, al igual que la de Estados Unidos, está sujeta al respeto a los derechos humanos y a una mayor democratización de las instituciones políticas africanas. China, en cambio, está libre de estas ataduras y por ello su interés se centra exclusivamente en los aspectos económicos.
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África se convertirá en el campo de batalla para lograr la supremacía económica a nivel mundial. Los combatientes – China, Europa y Estados Unidos – han comprendido la importancia estratégica del continente negro, elaborando planes diversificados de intervención para aumentar su presencia en las diversas áreas geográficas. El objetivo es incrementar el nivel de penetración económica para reforzar su posición a nivel internacional, ofreciendo al mismo tiempo nuevas perspectivas de desarrollo para los estados africanos. Si bien Washington ocupa el primer lugar en cuanto a socio comercial, crecen cada vez más los datos que registran la presencia de inversores chinos: una tendencia en alza debido a la libertad con la que Pekín gestiona sus “asuntos económicos” en África, sin importar la coyuntura política de los estados que reciben sus financiaciones. La batalla continúa abierta; según los analistas, Washington intentará por todos los medios frenar el avance chino en África, consolidando su presencia por medio de financiaciones a importantes proyectos de desarrollo, sobre todo en el África Mediterránea. Europa parece gestionar la actual situación con cansancio y dificultad, teniendo que replantearse su estrategia de intervención para atraer la atención de los países africanos. Hoy en día, hacerse un hueco destacado en África significa, de hecho, asegurarse una importante porción del futuro mercado global.
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Traducción de Daniel García y Diana Quintero
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Equilibri.net - Italy/31/10/2007

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