3/10/07

África occidental: problemas y actores del la política hidráulica

En todas las sociedades, el agua es un elemento imprescindible para el crecimiento global y la supervivencia de la nación. El caso de África occidental permite comprender la realidad de una población que se triplica cada cincuenta años y en la que apenas 130 de sus 245 millones de habitantes tienen acceso a agua potable (BM, 2000). La gestión de los recursos hidráulicos es aquí un instrumento codiciado y de gran relevancia política.
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Gabriela Di Caro
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La escasez de agua está estrechamente vinculada al grado de desarrollo de un país, pudiendo obstaculizar el progreso de muchas actividades económicas, incluidas las de subsistencia, como la agricultura, e incidiendo sobre aspectos de seguridad y de salud pública. El África occidental, y en especial la región del Sáhel, es una de las zonas más afectadas por la sequía, que en las últimas décadas se ha agravado en todo el continente: desertificación, deforestación, o evaporización de recursos hídricos tanto de superficie como subterráneos. Estos fenómenos han contribuido a agravar los problemas de pobreza de países como Ghana, Mali, Niger, Costa de Marfil y Chad, donde el principal medio de subsistencia es la agricultura. La situación de los agricultores y ganaderos, que comparten los recursos del lago Chad, ha empeorado dramáticamente: desde los años 60, la cuenca del lago se ha ido secando progresivamente, hasta tal punto que en el 2001 ya había perdido el 94% de su volumen.Por otro lado, la contaminación, la presión demográfica y la insuficiente tecnología de la que se dispone, aumentan los riesgos higiénicos sanitarios y ralentizan el desarrollo humano del África occidental. Según datos del Water Research Institute de Ghana, 7 de los 16 principales cursos fluviales del país han sido clasificados de “pobre calidad”. Por su parte, el ineficaz Gobierno de Niger se extiende también a la explotación de los estratos acuíferos renovables: de los 2,5 millones de metros cúbicos se aprovecha tan sólo un 20% (datos de UNICEF); además, el país africano dispone de los ríos Niger y Komadougou, de los que se extrae agua para la irrigación de 54.000 hectáreas, si bien la capacidad potencial ascendería a 222.000 (FAO).Los 15 países que forman parte del África occidental sufren un problema de acceso a los recursos. La escasez necesita de políticas de distribución, sin embargo, las medidas adoptadas no son suficientes para conseguir una gestión democrática del acceso al agua potable, convirtiendo este tema en un factor de conflicto entre el Gobierno y los diferentes componentes sociales, afectados por los atávicos enfrentamientos étnicos.El carácter transfronterizo de los recursos hídricos ha conducido, en los últimos años, a una aproximación integrada a los recursos y al nacimiento de una política hidráulica regional que se ha convertido en el centro de atención de los debates internacionales. En particular, el agua se ha convertido en un instrumento de aceleración en el proceso de integración política y económica del África occidental.
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Gestión integrada de los recursos hidráulicos
A partir de los años 90, los gobiernos acordaron una aproximación integrada a los recursos hidráulicos, adoptando principalmente un modelo de asociación a múltiples niveles. Así, se han producido acuerdos entre el sector público y privado; sociedades regionales para cooperación política, legislativa y científica; y, como última tendencia, acuerdos bilaterales con inversores extranjeros.En este sentido, los objetivos de los Estados miembros de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (ECOWAS por sus siglas en inglés), fueron oficialmente expuestos en la “Conferencia de los países del África Occidental sobre la Gestión Integrada de los recursos Hídricos” (GIRH), celebrada en Ougadougou en marzo de 1998. Entre las finalidades se mencionaba la armonización de las políticas hidráulicas y la colaboración en la educación para una mejor utilización de los recursos; así como la sinergia de las competencias técnico-científicas para monitorizar los cambios en las cuencas. El progreso en la consecución de los objetivos de la Conferencia sería verificado por un Comité creado para tal fin.la política de los 15 países africanos también acogió positivamente el acuerdo con el sector privado Public-Private Infrastructure Advisory Facility (PPIAF), creado en 1999 a auspicio de los gobiernos japonés e inglés en el seno del Infrastructure Action Program del Grupo del Banco Mundial. Esta iniciativa público-privada ha reforzado la presencia económica del sector privado en general, pero sobre todo de la gestión de la asistencia técnica de infraestructuras públicas de suministro de agua, aunque no la voluntad de promover reformas institucionales en tales sectores. Esta novedad ha sido rebatida, por la sociedad civil y grupos de ONG, ya que transforma el agua en un bien político -en lugar de un derecho- introduciendo desigualdades y discriminación en los precios.
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Cooperación regional: el papel del ECOWAS
La organización, que desarrolla actividades desde 1975, representa hoy un foro para la elaboración y concertación de políticas de cooperación regional en temas de agua. Con el objetivo de dedicarse enteramente a este fin, se creó la Water Resources Coordination Unit (WRCU). Además, la imposibilidad de gestionar los recursos con fondos nacionales empujó a la Conferencia de Jefes de Estado del ECOWAS (Bemako 2000) a adoptar el Plan de Acción Regional para la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (PAR-GIRH), cuya versión final fue aprobada en diciembre de 2001. la Conferencia predispuso todas las modalidades e instrumentos para hacer operativa una estructura institucional permanente para la cooperación y monitorización, en cuyo interior trabajan conjuntamente ministerios, representantes de todas las categorías sociales implicadas, y un comité de expertos técnicos.La actividad de estos años se ha dirigido a la adquisición de la información necesaria sobre la problemática estatal, así como en completar -en el primer trimestre de 2006- el Plan Nacional del programa GIRH en Benín, Cabo Verde, Malí, Senegal y Ghana, mientras está todavía en desarrollo en el resto de países. Respecto al apoyo específico a la situación de las cuencas transfronterizas, se acordado un incremento de la vigilancia de los ríos Volta y Níger.Otras actividades están todavía en curso, y afectan sobre todo a la creación de un observatorio regional para el agua y el estudio de una estrategia de información, educación y sensibilización. Por otro lado, se está implementando la elaboración de una síntesis regional del statu quo de las cuencas, así como la redacción de una política hidráulica regional.El saneamiento de otras cuencas de la región está actualmente en espera, para apoyar a países fuertemente afectados por los conflictos: como Costa de Marfil o Liberia.Está todavía en fase de proyecto la financiación de un programa para la agricultura y la inversión en el campo de “formación para formadores”.Los proyectos de cooperación del ECOWAS se integran en el programa de financiación de la ONU y de la Unión Europea, pero sobre el plano político y operativo se anteponen otras convenciones, como por ejemplo: la African Ministerial Conference on Water (AMCOW), la New Partnership for Africa's Development (NEPAD) y desde junio del 2007 la West African Water Partnership.
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Cooperación bilateral
La piedra angular del sistema de gestión del agua es la cooperación bilateral con los países exteriores. Este es el caso del acuerdo Benín-Alemania, en el que se asignaron 22.000 millones de francos CFA (33,5 millones de euros) para proyectos de agua, medio ambiente, y descentralización de la educación, para el periodo 2006-2007.También en Niger, uno de los programas de la estrategia nacional es la operación “1 litro-10 litros”, propuesta en el 2006 y financiada hasta el 2009, en al menos seis ciudades del país, por UNICEF y la empresa francesa Volvic. Gracias a esta iniciativa, cada litro de agua vendido en Francia permite abastecer 10 litros a Niger.En Malí, el proyecto de infraestructuras más relevante se realizará gracias a la colaboración de la asociación suiza para la cooperación internacional helvética, y consistirá en recoger el agua de lluvia en cisternas con capacidades entre los 10 y los 30 m³.
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Situaciones de riesgo
Las tensiones internas vinculadas a la gestión de recursos aparecen como la perfecta consecuencia de la degradación “neo-maltusiana”: elevada tasa de natalidad, irresponsable explotación del medio ambiente y hostilidades entre los diversos grupos étnicos. Burkina Faso es uno de los contextos que despierta más alarmas. En los pueblos del norte del país, en la frontera con Níger, las comunidades locales prohíben a las mujeres enfermas acercarse al agua, por miedo a que se difundan infecciones; además, en el corazón del desierto, todavía se producen discriminaciones por motivos religiosos. Por otro lado, la política nacional podría diferenciar a los ciudadanos de la zona urbanas, hacia donde se dirige la política hidráulica nacional, de los residentes de las áreas rurales.Como anticipa el Centro de estudios económicos de la universidad de Ouagadougou, estos aspectos hacen creer que Burkina Faso podría convertirse en el escenario de un nuevo conflicto africano.El acceso al agua es un elemento que también agrava peligrosamente la situación de Costa de Marfil, donde los rebeldes y las fuerzas filo-gubernamentales se enfrentan por el control de la compañía nacional de distribución de aguas (SODECI), de bandera francesa. Esto justificaría los continuos ataques a la sede de la compañía, organizados por parte de varias facciones contrapuestas.
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Conclusiones
La mayor parte de los países del África occidental sufren los efectos del cambio climático sobre la disponibilidad de recursos hídricos: la mayor dificultad es la gestión del agua y la garantía de un acceso equitativo a la misma. Los enfrentamientos por el control de los recursos no son un hecho nuevo, sino que desde siempre han sido el reflejo de las tradicionales divisiones étnicas. Por otro lado, las privatizaciones de los últimos años y los intereses multinacionales que se han creado en torno a tales recursos han puesto en evidencia practicas discriminatorias y han contribuido a la formación de modelos de gestión (a los que ya se llama “oligarquía del agua”) potencialmente conflictivos tanto en el interior como en las relaciones entre los países.
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Equilibri.net - Italy/03/10/2007

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