27/11/07

La OPEP no nos conviene

Gabriela Calderón
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¿Qué saca Ecuador con reintegrarse a un club de países que lo único que han logrado con la “planificación central al cuadrado” de sus industrias petroleras es retardar el desarrollo económico de sus países miembros?

Además, ¿acaso no era este un gobierno que se oponía terminantemente a la pérdida de soberanía y a los monopolios? Al parecer las pérdidas de soberanía ante un club de países con gobiernos inestables y los monopolios o carteles estatales sí son aceptables.

Andrei Illarionov, ex consejero de Putin, decía que en los países árabes que son miembros de la OPEP el petróleo constituye entre 50 y 70% del PIB y gran parte de la economía sigue siendo planificada centralmente, así como sucedía en los países anteriormente comunistas. “Planificación central al cuadrado”, como denominó Illarionov a la OPEP, significa que esta organización no solo administra la industria petrolera a nivel nacional sino a nivel internacional.

Así como suele fracasar a nivel nacional la planificación central, con mucha más razón fracasa a nivel internacional puesto que es más difícil diseñar una política petrolera que beneficie a países tan distintos como Arabia Saudita, Venezuela y Ecuador. Fijar cuotas de producción para este grupo tan diverso de países equivale a tratar de fijar los termostatos de un hotel con una sola palanca.

La OPEP, el cartel petrolero mundial, es en gran parte culpable de la inestabilidad del precio mundial del petróleo y de la catástrofe económica en el Medio Oriente. La razón de ser del cartel era garantizar la estabilidad del precio mundial del petróleo. No obstante, entre 1970 y 1980 –la segunda década del cartel– el precio real del petróleo aumentó en el 1.300%. Entre 1980 y 1986 se redujo por dos tercios. Luego estuvo relativamente estable entre 1986 y 1997, después cayó aún más solo para después casi multiplicarse por cuatro entre 1997 y 2004. ¿Es eso estabilidad?

El problema con la OPEP es que, como suele ocurrir con los carteles, los miembros no tienen incentivos para descubrir, desarrollar y producir más petróleo. Esos incentivos son totalmente perversos para la industria petrolera ecuatoriana que desea producir más.

Después de más de tres décadas de masivos ingresos petroleros, las naciones de la OPEP siguen en la pobreza y dependen todavía del ingreso petrolero. ¿A dónde se fueron los 3 trillones de dólares en ingresos petroleros? Casi todo en armamentos, subsidios, crecimiento poblacional y proyectos de prestigio político.

Veamos lo que sucedió en los países árabes miembros de la OPEP y los países árabes que no lo son. Entre 1980 y 2005, el PIB per cápita real de los primeros se redujo dramáticamente o se estancó: en Arabia Saudita de 23.854 a 14.769 dólares, en Kuwait de 23.084 a 23.416 dólares, y en los Emiratos Árabes Unidos de 44.816 a 22.698 dólares (no hay datos disponibles para este periodo para Libia y Qatar).

Durante el mismo periodo, el PIB per cápita de los segundos aumentó: en Bahrein de 15.045 a 19.120 dólares, en Omán de 6.992 a 13.887 dólares (2004), en Tunisia de 4.171 a 7.451 dólares, y en Egipto de 2.087 a 3.844 dólares, en Siria de 2.905 a 3.410 dólares (no hay datos para este periodo para Yemen).

Pareciera que la razón de este gobierno de reintegrarnos a la OPEP fuera enteramente ideológica. Lo único que Ecuador parece ganar con la reintegración a este club es alinearse con Irán y Venezuela ante los ojos del mundo. No ganará poder de influenciar los precios en el mercado de petróleo mundial y tampoco obtendrá mayor inversión extranjera; al contrario, la perderá cuando lo vean en el ala radical de la OPEP.
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