27/11/07

Pronóstico moderado del encuentro de Annapolis

Narguiz Asádova
-
Washington/RIA Novosti - Esta semana, la ciudad de Annapolis (estado de Maryland) acoge a la conferencia internacional sobre arreglo en Oriente Próximo que formalmente daría comienzo a las negociaciones sobre el estatus final del Estado palestino.
..
De hecho ningún participante espera del encuentro resultados más o menos serios que contribuyan a arreglar el conflicto árabe-israelí. Ello no obstante, el foro de Annapolis adquiere un sentido especial en medio de la confrontación cada vez más grave entre Irán y EEUU.
"La iniciativa de convocar la conferencia es el intento más serio de acabar con el conflicto, un intento que no se ha emprendido desde hace muchos años. Ya es hora de crear el Estado palestino", comentó la idea de convocar el foro de Annapolis la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice. La Administración de George Bush se planteó una tarea ambiciosa de organizar las negociaciones de paz entre los israelíes y palestinos no sólo en la presencia de los mediadores internacionales (EEUU, Unión Europea, Rusia, Naciones Unidas) sino también con la participación de representantes de todas las naciones árabes, la mayor parte de las cuales no reconocen a Israel.
Cabe decir que un intento similar, emprendido en 2000 por la Administración de Bill Clinton, fracasó debido a que Arabia Saudita, uno de los jugadores clave en el área, se negó a asistir. Esta vez, la probabilidad de que los sauditas no llegaran a las negociaciones de Annapolis era tan alta que varios días antes de comenzar la cumbre, su estatus fue modificado: en vez de "conferencia" pasó a denominarse "encuentro". El tiempo asignado para las negociaciones fue reducido de tres días a uno.
Ello no obstante, el pasado viernes 23 de noviembre, en la reunión de la Liga Árabe celebrada en El Cairo se resolvió que todos los países miembros, incluyendo a Arabia Saudí, enviarían a sus delegaciones a Annapolis, luego de lo cual el encuentro retomó el nombre de conferencia, de tres días de duración.
Otro impresionante diplomático de la Administración Bush fue el consentimiento de Siria para asistir al encuentro. En aras de ello, Condoleezza Rice aceptó cumplir la condición principal formulada por Damasco e incluyó en la agenda el tema de los Altos del Golán ocupados por Israel.
La señora Rice no disimulaba su alegría con motivo del éxito alcanzado por su equipo y hasta llegó a expresar que EEUU procuraría arreglar el conflicto árabe-israelí antes de que expire el mandato presidencial de George Bush (enero de 2009).
El optimismo de Condoleezza Rice no es compartido por la mayoría de los expertos, tanto en EEUU como fuera de sus confines. Ni siquiera el presidente de Israel, Shimon Peres, famoso por su empeño en impulsar el arreglo mesoriental, puede disimular su escepticismo: "Teóricamente es posible llegar a un acuerdo antes de que expire el mandato presidencial de Bush, pero en la práctica esto es imposible. Nadie espera que en Annapolis se logren resultados concretos, pero esta conferencia marcará el inicio de las negociaciones".
Aunque el líder palestino Mahmud Abbas afirma que antes dimitirá que participará en una conferencia inútil, es sabido que en vísperas de la cumbre de Annapolis los israelíes y los palestinos no pudieron acordar la firma de una declaración conjunta de intenciones. Originariamente se planeaba que la firma de un documento conjunto que estipulara las fronteras del futuro Estado palestino, el estatus de Jerusalén, el destino de las colonias judías, así como los derechos de los refugiados palestinos coronaría la conferencia de Annapolis. Pero los israelíes rechazaron de entrada esta idea, al manifestar que eran problemas bastante sensibles y no podían tramitarse con presura. Por su parte, los interlocutores israelíes sugirieron que los palestinos reconocieran a Israel como Estado judío. "No queremos reconocer a Israel como Estado judío -expresó el negociador palestino Saib Erekat-, porque los palestinos recelan de que el reconocer a Israel como Estado judío privaría a los refugiados palestinos del derecho a retorno a estas tierras".
Otro argumento de los escépticos consiste en que tanto el primer ministro israelí Ehud Olmert como el presidente palestino Mahmud Abbas no gozan de mucho prestigio, por lo cual son incapaces de cambiar a fondo la situación. Por ejemplo, Ehud Olmert no podrá persuadir a la sociedad israelí, que todavía no ha recobrado aliento tras la retirada unilateral de tropas y colonias de la franja de Gaza y no se ha recuperado de las consecuencias de la campaña libanesa de 2006, de la conveniencia de retirar los asentamientos judíos también de Cisjordania o de cesar la construcción del Muro de Seguridad que separa Israel de los territorios palestinos. Por su parte, Mahmud Abbas, quien apenas mantiene bajo control Cisjordania y no goza de influencia alguna en la franja de Gaza, no podrá cumplir la exigencia básica de Israel consistente en desarticular la infraestructura terrorista en la Autoridad Nacional Palestina. Otro problema es ¿cómo crear Estado palestino, si una parte de su futuro territorio, concretamente la franja de Gaza, sigue siendo controlada por Hamas?
Son pocos quienes confían en unos resultados positivos de las negociaciones sirio-israelíes sobre el futuro de los Altos del Golán, pese a que el primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, se esforzó por convencer a su homólogo israelí Ehid Olmert y al presidente Shimon Peres para que no sean tercos y reanuden las negociaciones de paz con Siria sobre el tema en cuestión. Erdogan afirmaba que a Israel le sería mucho fácil lograr éxito en las pláticas con Siria que con Palestina. Pero la respuesta del primer ministro israelí más bien se asemejaba a una negativa diplomática. "Siempre decíamos estar interesado en la participación de Siria", manifestó Ehud Olmert poco antes de partir a EEUU, destacando acto seguido que Israel prefiere centrarse en las negociaciones con Palestina.
Así y todo, sería prematuro calificar de inútil la conferencia de Annapolis. Primero, porque realmente daría comienzo formal sobre el estatus definitivo del Estado palestino. Segundo y, quizás, lo más importante, la cumbre de Annapolis debe llegar a demostrar que EEUU, la Unión Europea y las naciones árabes pueden aliarse para dar solución a los problemas mesorientales. La Administración de George Bush está convencida de que EEUU puede contar con el apoyo de los líderes árabes en virtud de los cambios geopolíticos operados en el área.
"Vivimos en un mundo distinto al de 1973, 1983 e incluso de 2000. Este proceso (arreglo del conflicto árabe-israelí) se desarrolla en el contexto de un conflicto global entre las fuerzas radicales y los partidarios de modernización en Oriente Próximo", manifestó Condoleezza Rice al usar de la palabra en el Congreso de EEUU en octubre pasado.
Se refería, desde luego, a Irán. "Todavía hace algún tiempo no hablamos de un posible apoyo de Hamas por parte de Irán. Siempre sabíamos que Irán apoyaba a varios grupos terroristas marginales. Pero hoy vemos el nivel de vínculos que Irán mantiene con los elementos palestinos más radicales", prosiguió la jefa de la diplomacia norteamericana.
El crecimiento de la influencia iraní en el área mantiene en vilo no sólo a EEUU y constituye un motivo para que "los jordanos, egipcios, saudíes, palestinos e israelíes formen con EEUU una coalición contra este jugador radical", opina Tamara Cofman Wittes, directora del programa de desarrollo de la democracia en Oriente Próximo en el Instituto Brookings, uno de los mayores centros científicos de EEUU.
La popularidad de los líderes iraníes y proiraníes entre la población árabe ha pasado a ser no sólo un problema regional sino también un problema que afecta a las élites gobernantes de Oriente Próximo. Los sondeos de opinión realizados en seis países árabes tras la guerra del Líbano (verano de 2006) arrojaron que el primer lugar en la lista de popularidad de los líderes mundiales le corresponde a Hasan Nasrullah, cabeza del movimiento Hezbollah; el segundo, al primer mandatario iraní, Mahmud Ahmadineyad. Al propio tiempo, entre los habitantes de los países árabes cunde el descontento con las élites gobernantes, acusadas de corrupción, de la renuencia de desarrollar reformas económicas liberales y de aplicar una política prooccidental.
La participación en la conferencia de Annapolis de todos los países árabes, incluida Siria, país de marcada postura proiraní, jalonará un hito simbólico en la estrategia geopolítica de EEUU. Según acotó Tamara Cofman Wittes, "la reanudación del proceso de paz será una especie de cemento que contribuirá a consolidar la coalición contra Irán".
-
-
-
RIA Novosti - Russia/27/11/2007

No hay comentarios:

Locations of visitors to this page