15/11/07

Sin guión

Aparentemente los vestuaristas no se adhirieron a la huelga
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Hasta que surgió esta huelga de redactores de Hollywood, no tenía idea de que tanta televisión tuviera guión. En Pakistán, mientras tanto, Musharraf está grabando sin guión, ¿qué haría en una tóxica telenovela en la que los giros del incoherente argumento se amontonan década tras década?
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Por Mark Steyn
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“En Toluca Lake, un distrito de Los Ángeles, cerca del estudio de la Warner Bros., los guionistas se congregan en una casa que sirve como set de 'Mujeres desesperadas'".

"'Te escribimos el argumento, Eva Longoria', cantaban alrededor de 30 huelguistas aludiendo a una estrella del éxito de la ABC".

¿Esa rima no sería mejor como pulla? “¿Quién te escribe el argumento, eh? ¿Eva Longoria?” Toma ya. Tal vez los chicos del libreto no se dejen ver en la protesta hasta que el primer borrador de canciones no se haya dado de bruces. Reserva una suite del Waldorf, Eva Longoria: la cosa va para largo.

Hasta que surgió esta huelga de redactores de Hollywood, no tenía idea de que tanta televisión tuviera guión. Uno asumía caritativamente que era de esa manera porque estaban improvisando. Pero a lo largo de la parrilla nocturna los ocurrentes más rápidos del oeste se han callado de golpe, incapaces al parecer de hacer un chiste malo a costa de Dick Cheney sin ejércitos de profesionales homologados de elevada formación. No he comprobado últimamente el Weather Channel pero no me sorprendería encontrar a sus fotogénicos meteorólogos de pie con la boca abierta con cara de idiota delante de mapas del medio oeste incapaces de decidir si decantarse por un incremento de 70 con un 25% de humedad, o viceversa.

Lo cual me lleva (dijo él, con la pulcra facilidad del presentador de debates sin guionista) a Pakistán. David Letterman puede ser reticente a intentar 30 segundos de programa sin sus chicos en la sombra, pero en la clase política se ríen de cobardicas integrales así. Todo el mundo es un experto en Pakistán, un país distante del que lo sabemos todo: el General Musharraf debería hacer esto, no debería haber hecho eso, el Departamento de Estado debería obligarle a hacerlo otro. "Es hora de que se vaya", declaraba el congresista Dana Rohrbacher (Republicano por California). Cada genio de la política exterior tiene su apuesta hollywoodiense preparada: "si no tenemos cuidado, vamos a ver suceder lo mismo que tuvo lugar en Irán", advertía Dan Burton (Republicano por Indiana). Pakistán 2007 es un remake de Persia 1979, con el General en el papel del Shah. Etc.

Bueno, no lo sé, me parece que una cierta humildad es de rigor cuando se ofrece consejo a Islamabad. El General Musharraf está - como comentaba George S. Kaufman cuando los alemanes invadieron Rusia -- grabando sin un guión. Pero eso se debe a que preside un país que desafía la pulcritud de las narrativas de guión. En los días posteriores al 11 de Septiembre, George W. Bush informaba al mundo de que o estás con nosotros o contra nosotros. Musharraf decía estar con nosotros, lo cual fue muy decente por su parte considerando que el 99,9999% de su pueblo está contra nosotros. Cara a cara con esa sombría realidad, ha hecho equilibrios con cierta habilidad. En palabras de John Negroponte, Secretario de Estado norteamericano en funciones, al margen de América, "ningún país ha hecho más en términos de infligir daños y castigo a los Talibanes y Al Qaeda desde el 11 de Septiembre" -- lo cual, teniendo en cuenta la proporción de la población que detesta a América y apoya activamente a los Talibanes y Al Qaeda, no es poco impresionante.

Sin embargo, en Washington y en los medios, la premisa es que ha llegado el momento de la salida de escena de Musharraf. El momento de que Pakistán vuelva a gobernantes elegidos democráticamente políticamente cojos como la encantadora y glamurosa Benazir Bhutto, que no desentona en absoluto en los salones de Occidente pero que degenera simplemente en otro político de tercera fila que se deja llevar por la corriente, procedente de una de las clases políticas más corruptas del mundo, una vez que haya vuelto a engrasar el motor en el propio Pakistán.

Además, los confiados creyentes en el péndulo generalmente aburrido de la política paquistaní -- demócrata corrupto, seguido de General autoritario, seguido de demócrata corrupto -- pasan por alto voluntariamente lo profundo que ha cambiado el país. Su dinámica política tiene un nuevo jugador: el islamismo. La Srta. Bhutto dice, oh, no se preocupe por eso, es un montón de estupidez montada por Musharraf con el fin de persuadir a Washington de sostenerle durante otra media década más.

¿De verdad? Pakistán es tanto potencia nuclear como nación incapaz de implementar su soberanía sobre porciones significativas de su territorio. Grandes porciones están gobernadas por los Talibanes. La organización responsable de perpetrar el asalto más sangriento nunca visto contra territorio norteamericano está atrincherada allí y es completamente intocable. Las rutas aéreas entre Karachi y Heathrow, Birmingham, Manchester y Glasgow son el conducto vital entre los reductos ideológicos de la jihad y el mundo en general. ¿Qué tienen en común los autores materiales de la decapitación de Daniel Pearl, el atentado del metro de Londres y los frustrados mártires de innumerables complots más? Pakistán. Fritz Gelowicz, detenido hace algunas semanas en Europa, es un alemán de procedencia que se convirtió al islam y se licenció en un campamento terrorista paquistaní. Al contrario que Gran Bretaña y Canadá, Alemania carece de vínculos imperiales largo tiempo vigentes con Pakistán, pero aun así un estado desvencijado económicamente inconsecuente dependiente de la ayuda exterior a perpetuidad ahora tiene conversos ideológicos casi en cualquier parte del mundo. Mohammed Umer Farooq es un inmigrante moderado convencional en Occidente de primera generación que trabaja felizmente como farmacéutico de la base de la infantería ligera canadiense Princesa Patricia en Alberta. En contraste, su hija Nada Farooq dice que "odia Canadá" y estuvo involucrada en un complot para decapitar al Primer Ministro. En Gran Bretaña, Norteamérica, Escandinavia, Australia y el propio Pakistán, abuelos ancianos que practican el Islam sufí tradicional del subcontinente indio han visto a sus nietos suscribir el Islam Deobandi radical, esencialmente la variante local del wahabismo... y después vender sus virtudes a tíos pálidos blancos con nombres como Fritz. Bhutto y sus a veces rivales, a veces aliados de conveniencia los Sharif no pudieron gobernar de manera competente el país antes de verse perseguidos por los radicales. Pero los expertos nos garantizan que ahora son la respuesta a las aflicciones de un polvorín nuclear.

Pakistán no es Persia. Para empezar, es un país de solamente 60 años de edad cuya chapucera creación fue uno de los peores desastres de la política imperial británica. Pero aun así, aquellos que lo liberaron en aquel tiempo se sorprenderían al descubrir que, un par de generaciones más tarde, una invención regional con vida propia no solamente es una potencia nuclear que ha dispersado su tecnología por todo el planeta, sino también una fuerza motriz de la primera insurgencia global del mundo.

Musharraf está grabando sin guión, ¿qué haría en una tóxica telenovela en la que los giros del incoherente argumento se amontonan década tras década? Bien pudiera ser que una restauración Bhutto tuviera el final feliz que predicen los "realistas" de la política exterior. Pero es más probable que el retorno a los niveles tradicionales de corrupción democrática obstaculice los intereses económicos de gran parte del ejército y conduzcan a las facciones clave a hacer causa común con los islamistas -- exactamente igual que hizo el servicio de Inteligencia de Pakistán con los Talibanes. No lo sé seguro, y tampoco lo sabe nadie. Pero apostar sobre seguro en ocasiones ayuda. Y teniendo en cuenta los últimos 60 años, la verdadera pregunta es cuán mal estarán las cosas después de Musharraf. Esto no se puede llevar a un guión, ni en Washington ni en ninguna parte.
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Diario de América - USA/15/11/2007

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