1/12/07

A un año, es hora de actuar

Felipe Calderón asumió la Presidencia de la República en condiciones adversas, pues 65% del electorado no votó por él y un tercio de la oposición no lo reconoce. Se ha visto en la necesidad de desplegar un trabajo político intenso y ofrecer una lucha inmediata en favor de la seguridad pública, que le ha redituado apoyo ciudadano, lo que en cambio no se puede decir de la economía o la política social, que siguen apalancadas en la mediocridad. Ya se acabó el tiempo de la planeación y debe venir el de los resultados.
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La situación obligó a Calderón a actuar con rapidez, casi de emergencia, en varios frentes, con el objetivo de incidir de manera efectiva en la vida nacional. Primero alcanzando acuerdos políticos en el seno del Congreso de la Unión, donde contó con la disposición de todos los partidos ahí representados. Por primera vez en nueve años los políticos empezaron a hablar constructivamente entre ellos.
En 2007, Calderón prestó profunda atención a la política nacional y de hecho subordinó todo a la necesidad de consolidarla como la única vía para el entendimiento entre los mexicanos. El debate político sigue siendo tan intenso como hace un año, pero indudablemente han habido avances que no deben ser desestimados. Falta consolidar la reforma del Estado y aplicar con atingencia la nueva reforma electoral, que nos debe llevar a las elecciones de 2009 en un ambiente social menos polarizado.
Sin perder tiempo le declaró la guerra al crimen organizado y desplegó operativos militares en zonas conflictivas del país, lo que le valió buenos índices de popularidad, que están en riesgo en la medida en que fenómenos como el narcotráfico sigan presentes y continúen bañando de sangre las calles del país.
Han sido bien recibidas por la sociedad las intervenciones del jefe del Ejecutivo en desastres naturales, que le preocupan en lo individual. De otra manera no se podría interpretar la cancelación de cuatro visitas al exterior, en particular a Estados Unidos.
El talón de Aquiles de la presente administración es, sin embargo, la economía, que no genera los empleos que se necesitan ni ha mejorado la competitividad del país, situación que desincentiva la inversión. Somos un país terriblemente desigual, con una concentración del ingreso que es sinónimo de una bomba de tiempo que es urgente desactivar con políticas de corte social inaplazables.
El crecimiento económico sigue tan pobre como en el sexenio pasado, incapaz de alcanzar siquiera 4% del PIB, con lo que se ubica en el nivel más bajo de los países pares. Lo cierto es que no se ve cómo México pueda meterse al ritmo del resto de economías emergentes tan boyantes como Brasil, China o la India, a las que cada vez vemos más distantes.
Con este aniversario se debe acabar la curva de aprendizaje gubernamental. La ciudadanía exige resultados en todos los ámbitos nacionales y no hay tiempo para autocomplacencias.
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El Universal - México/01/12/2007

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