22/2/08

ESCARBANDO...LQ somos.

En el 160 Aniversario de “El Manifiesto Comunista”
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La rosa de harina
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¿Por qué ese panadero
No le pone una rosa de pan blanco
a ese mendigo hambriento
En la solapa?
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Exponer las causas y las condiciones objetivas que dieron marco al Manifiesto escrito por un filósofo, escritor, economista, sociólogo alemán, y un pensador proveniente de una próspera familia burguesa, autodefinido como “segundo violín” de su compañero, es lo que espero lograr en estas líneas.
Es necesario empezar por determinar cuál fue el escenario en que nació el Manifiesto Comunista, que no es otro que el escenario de una eclosión proletaria. A mediados del siglo XVIII un grupo de hombres dedicados a la producción, aplicaron su esfuerzo para dar respuesta al problema planteado por el aumento demográfico en Inglaterra. Estos eran miembros de una burguesía enriquecida por siglos de actividad mercantil. Pusieron en marcha, sin tener conciencia de ello, lo que se conoce como Revolución Industrial en una ecuación que incluyó: máquinas aplicadas a la producción, hombres que por estar desocupados migraron del campo a la ciudad, aumento de la oferta de trabajadores en las ciudades. Pero también, y previo, la mejora en la producción agrícola, mayor oferta de alimentos, algún período de paz y menos enfermedades… con el resultado del crecimiento demográfico. Una industria doméstica (domestic system) que no alcanzaba para abastecer una demanda en crecimiento y que dio paso al establecimiento de fábricas que como enormes bocas fagocitaban hombres -aunque no tantos como había en oferta de su trabajo.
Fue en ese contexto económico que se aplicó con rigor la Ley de Oferta y Demanda, por lo tanto a mayor oferta de trabajadores… salarios bajos, malos, míseros, insignificantes (según de quién se tratase porque trabajaba toda la familia, toda la prole soportaba jornadas de 14, de 16 horas de trabajo aunque mujeres y niños ganaban mucho menos que los hombres).
Las ciudades industriales inglesas se convirtieron en el angustioso teatro donde míseras familias convivían en sótanos más dignos de alimañas que de gentes. La familia proletaria compartía un común denominador: sólo contaba con su fuerza de trabajo. Esa realidad crudamente da el marco a algunas obras de Dickens quien desnuda la miserable vida y la enorme explotación a que eran sometidos aquellos que él nombra simplemente “the hands” (las manos) en Hard Times (1) , observación absolutamente certera para mostrar qué se valoraba de ellos y qué poco contaba lo humano.
Pero si las condiciones que esta revolución parió fueron nefastas para la clase proletaria, la situación no sólo no mejoró, por el contrario empeoró en lo que se dio en llamar Segunda Revolución Industrial. Mal llamada industrial. Fue cuando la ciencia le perdió el respeto a las imposiciones superestructurales, a los paradigmas instituidos y produjo grandes logros que la burguesía no perdió de vista, mas aún: lo puso a su servicio en la industria. Esta “Segunda” fue una revolución científica de mediados del siglo XIX.El progreso era la tónica de los tiempos, pero el progreso no les tocaba a todos por igual: el proletariado sufrió las condiciones de duro trabajo mal remunerado a las que lo sometió la codicia de los que cada día se enriquecían más quedándose con mucho mas que la ganancia, apropiándose de la plusvalía, definida por Marx como la parte del trabajo que produce el obrero por el cual no recibe salario. Vale decir: un obrero trabaja una jornada de 8 hs.. Si con lo que produce en 6 hs de trabajo el empresario paga los salarios, por lo tanto le queda como ganancia un plusvalor de 2 hs de trabajo.
Desde la aparición de las fábricas, y sobre todo con la aparición de esta nueva clase social y la manifestación de toda la problemática derivada de su condición laboral y social, es que se estructuran las primeras organizaciones que representaron a los trabajadores. Son los denominados partidos de clase, o clasistas. Sin entrar a considerar la importante contribución que pensadores como St. Simon, Owen, Fourier, Blanc, Proudhon, Bakunin, Kropotkin y tantos mas, aportaron en el camino que llevó a la conformación del socialismo científico, paso a considerar el corazón, el centro que resumió y superó tantos esfuerzos.
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EL LUGAR. LA HORA DE LOS JUSTOS.
París, 1847.
Las vísperas de un levantamiento revolucionario. Un grupo de obreros que había adoptado el nombre de La Liga de los Justos, encomendó a Friedrich Engels y Karl Marx la redacción de los principios que identificaran a todos los trabajadores, puesto que, la condición de proletarios los hermanaba. La concepción de que la condición de trabajadores era la misma en todo el mundo sería el punto de partida, desde su reconocimiento, de la unión fructífera que ello significaba.
La Liga estaba integrada por trabajadores –en su mayoría artesanos alemanes que habían emigrado a Londres, Bruselas y París, y también en algunas partes de Alemania, los cuales realizaban trabajos en las nuevas condiciones dictadas por la Segunda Revolución “Industrial”- y cambió su nombre a Liga Comunista con la finalidad de diferenciarse de los socialistas, mas identificados con esquemas reformistas, criticados por su aburguesamiento e ideas de cambio dentro del sistema mismo que los explotaba, tildadas, por lo tanto, de utópicas. En cambio, los Comunistas abogaban por un cambio revolucionario, invocaban la unión de todos los trabajadores, en un llamamiento que recorrió el mundo al grito de “Proletarios del mundo, uníos”.La burguesía, en el análisis de Marx, había ya producido su Revolución. Quedaba ahora, conseguir la unión de todos los proletarios del mundo y llevar adelante la gran revolución social que derrocara a un sistema que los mantenía bajo las peores condiciones de explotación. Un sistema que creaba el ejército de pobres necesario como fábrica de repuestos de mano de obra, aunque también la misma semilla de su destrucción. El capitalismo tuvo clara conciencia de esta situación y creó los mecanismos para repeler cualquier intento de avance de los trabajadores.
Lo paradójico fue que esta revolución proletaria, dado el marco de condiciones objetivas, debería haberse producido en aquél lugar donde se generó la clase que la debía llevar a cabo. Sin embargo fue la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia la que emprendió las acciones que dieron el ejemplo al resto de los proletarios del mundo de que la historia sólo avanzaba mediante la lucha de clases.
Como se puede comprobar no fue objeto de mi nota un análisis –salvo en lo indispensable- del contenido del Manifiesto. Sólo en aquellos casos en que aparecieron términos vinculados a la concepción económica de sus redactores, me detuve a aclararlo brevemente, dado que ese ha sido objeto de análisis de otro trabajo de esta Memoria. Mi objetivo fue dar el marco histórico –social, político, económico-, diríase examinar la estructura y la superestrectura en que vio la luz este análisis no superado conocido como Manifiesto Comunista.
Hoy seguimos produciendo plusvalía, somos proletarios aun detrás de un ordenador, en tanto brindamos nuestra fuerza de trabajo a un sistema que exalta la codicia y la concentración de la riqueza en pocas manos, y no conforme con las ganancias obtenidas es frecuente que pase por lo que esgrime como crisis de acumulación y que no es mas que el eufemismo por “no gano lo que esperaba”, nunca plantea una “crisis de mejor distribución”. Sólo ve su ombligo, y no suelta ni una perra, peso, mango, lana, dólar, euro, o lo que fuera si no es cambio de apretar mas el torniquete y exprimir mas la condición del trabajador. Es decir que, ante cualquier crisis la respuesta es afilar más las garras y pegar un nuevo zarpazo. Si mantiene regiones del planeta en el peor atraso económico y tecnológico es porque, por un lado difunde la idea de modernidad pero sigue férreamente conserva su esquema de división del trabajo según la cual es necesario contar con recursos naturales que sólo el sistema capitalista pueda explotar; regiones productoras de mano de obra barata que sólo el sistema capitalista pueda explotar. En el otro extremo, también ha sabido como la araña, entretejer todos los mecanismos -sin descuidar ningún aspecto-que le permitan controlar cualquier intento de los países, que como los insectos víctimas de la araña, quedan pegados a su salvaje tela.
Y convirtieron el trabajo en una maldición, un doloroso esfuerzo que desvirtuaba aquella concepción según la cual trabajar significaba producir cosas útiles para los demás, es decir, hacerlo solidariamente para mi prójimo. Y de a poco se perdió la gracia, el amor por hacer por el otro simplemente porque es mi igual, solidariamente. Qué nos puede movilizar para recuperar la visión de un trabajo que nos hermana, si no es la conciencia de pertenecer a una misma condición: la de ser proletarios, desde lo laboral pero también desde la información, pues desde la superstructura ideológica nos bombardean –como a los iraquíes- de que ciertas formas son mejores, mas democráticas, libres, preferibles, dignas. Es la forma en que el sistema perdura, se reproduce: la información y la educación (2)
Proletarios (informáticos, obreros, trabajadores todos) del mundo: hoy la consigna es concientización, educación, información, y UNION!
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Pero el hombre es un niño laborioso y estúpido
Que ha hecho del juego una sudorosa jornada
Ha convertido el palo del tambor en una azada
Y en vez de tocar sobre la tierra una canción de júbilo
Se ha puesto a cavarla.
¡si supiésemos caminar bajo el aplauso de los astros
y hacer un símbolo poético de cada jornada!
Quiero decir que nadie sabe cavar al ritmo del sol
Y que nadie ha cortado todavía una espiga
Con amor y con gracia.
Ese panadero, por ejemplo, ¿por qué ese panadero
No le pone una rosa de pan blanco a ese mendigo hambriento
En la solapa?
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LEON FELIPE: La rosa de harina.
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LQSomos. Mónica Oporto. Febrero de 2008
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LQSomos/22/02/2008

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