8/5/08

ESCARBANDO...LQ somos.

Las Emigraciones en busca de la felicidad
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La miseria, la zozobra, la desesperanza y el hambre, los inequívocos condicionantes de la infelicidad humana, durante muchos siglos han hecho que la humanidad se desplace de un lugar a otro en busca de mejores condiciones de vida y con ello, disfrutar de mejores momentos de felicidad. Así, las emigraciones siempre fluyen de la miseria hacia la opulencia, un fenómeno mundial que no parece tener fin, a menos que se establezca un nuevo orden económico mundial. En el caso de América Latina, este problema social persiste y en cierto grado es una reversión de lo que aconteció durante la época de la colonia y durante la primera fase de la post independencia. La herencia de un sistema socio-económico deformado, aunado a la presión ejercida por los imperios devoradores del primer mundo, ha provocado este triste fenómeno de desplazamiento por necesidad. Son considerables los casos de odiseas por las que tiene que pasar la gente de esta parte del planeta solo en busca de un poco de felicidad que en muchas ocasiones ni siquiera se logra. Esa búsqueda a menudo se convierte en una vida de trabajo arduo y amargo, pues obliga a la persona a renunciar prácticamente a su propio entretenimiento o distracción sana. He aquí un ejemplo que sustenta esta afirmación:
Hace quince años una mujer joven, de nombre Pancracia García, madre de tres hijos vivos y un difunto se quedó viuda en su país natal por causa de que su esposo era un soldado de las fuerzas armadas de El Salvador que peleaban contra un ejército revolucionario. Ante el total desamparo en el que se encontraba la joven madre, lo primero que se le ocurrió y posiblemente lo que le recomendaron era emigrar a los EUA, pues el mal llamado sueño americano estaba en boga. Naturalmente que con la escasa escolaridad y habiendo vivido en un medio rural casi toda su vida previa, no contaba ni con los recursos materiales ni con las destrezas de un oficio que la hubieran permitido salir adelante en su propio país y, evidentemente tampoco podía entender que una parte de su propia miseria era causada por la misma opulencia a donde planeaba emigrar. No obstante, la joven viuda emprendió la larga y tormentosa travesía terrestre para llegar a los EUA. Según cuenta ella misma, la travesía fue tan riesgosa porque no solo era pasar por los territorios de varios países de manera ilegal, sino que tenía que pagar grandes sumas de dinero a unos inescrupulosos traficantes de personas (coyotes), muchos de los cuales hasta exigen favores íntimos para cumplir con sus compromisos de tráfico. Por si todo eso fuera poco, ella también tenía que retribuirle a la persona (a veces familiar) el dinero que le prestó para la travesía, una vez estando trabajando en el país de destino.Después de la odisea de mes y medio, pasando por Guatemala, México y buena parte de los Estados Unidos, llegó finalmente desde Arizona hasta Nueva York. Ahí se estableció en un pequeño cuarto rentado y se dedicó a trabajar arduamente hasta en tres trabajos distintos al día para cubrir la deuda del transporte que tenía con sus parientes, quienes le hicieron el favor de ayudarla. Dos años después, logró saldar la deuda y casi de inmediato optó por traerse a sus hijos para tenerlos más cerca de ella. Uno por uno fue llegando hasta completar la llegada del tercero y encima de todo, también le tocó ayudar a su futuro yerno, con quien ya estaba comprometida su hija mayor. Sus planes continuaron para con la compra de su casa propia, cosa que logró con grandes sacrificios y algo de apoyo familiar.Pero con todos esos logros que han traído un poco de satisfacción a su vida, la viuda aún no ha podido encontrar algo de tranquilidad y mucho menos algo de felicidad en su vida, pues a sus 43 años no tiene ningún interés en nada más que trabajar. Se ha vuelto una esclava del trabajo, pues no conoce prácticamente nada del país, ni del estado, ni de la ciudad ni del mundo. No tiene ninguna actividad de distracción, ni se dedica a cultivarse por medio de la lectura. Lo más triste es que sus hijos y nietos van por el mismo camino, sin hacer un alto para recapacitar, puesto que las circunstancias los llevan a ese tipo de comportamiento poco reflexivo, poco analítico. Es un tanto vivir por vivir y nada más, refugiados en la esperanza de una falsa salvación prometida por la divinidad en la que ella cree y a quien le da las gracias por haberle permitido llegar a lo que ella llama ESTE GRAN PAÍS BENDECIDO. Paradójicamente dice creer en ese Dios y lo inculca a sus hijos y nietos, pero no asiste a misa ni practica los rituales de la fe que dice profesar. Como ella, hay miles de inmigrantes que se ven absorbidos por las escasas prácticas de devoción que predominar en este país al que desesperadamente querían llegar. Con esto quiero resaltar lo débil que es la creencia pues la persona misma se da cuenta que no le es útil en su vida, a pesar de su fuerte resistencia a abandonarla. Lamentablemente son fácil presa de las estupideces de los supuestos clarividentes y personajes de la suerte que cobran grandes sumas de dinero por esos favores engañosos. Ella misma esta convencida de que la felicidad no la va a encontrar nunca, pero esta dispuesta a seguir luchando por ella. Solo que no se da cuenta de la necesidad de cambiar el rumbo, poniéndose a velar un poco más por su persona y dejar que los demás hagan lo mismo. La felicidad no toca las puertas pidiendo entrada y tampoco es enviada por un ser todopoderoso. Hay que salir a buscarla y esforzarse por conservarla.
Se nota que Pancracia es producto de una larga tradición de prácticas de fe obsoletas que denigran a la mujer y fomentan la servidumbre de estas hacia sus hijos y hacia sus maridos. Todo parece indicar que tampoco ha logrado asimilar las pocas cosas buenas que la sociedad estadounidense tiene para ofrecerle, entre las que precisamente se encuentra la emancipación de las mujeres. Una emancipación que le permite entender que su vida y su felicidad dependen exclusivamente de ella y de nadie más que de ella misma.Pero el caso de Pancracia se repite infinidad de veces en la vida de muchas mujeres latinoamericanas que han emigrado hacia el hemisferio norte, que incluye también al viejo mundo, en busca de la anhelada felicidad.Otro caso lamentable es el que voy a describir a continuación y que refleja precisamente la manera en que la fe ciega de tinte religiosa tiende a llevar a las personas al abismo de la infelicidad antes que a la dicha por la cual emigraron.
Un ex-soldado de la guardia antisandinista nicaragüense de nombre Feliciano Martínez optó por venir a los EUA en busca de la felicidad que no percibía capaz de lograr en su patria. Para ello decide dejar a su joven esposa de 22 años y sus dos hijas a cargo de sus padres, en el entendido de que regresaría por ellas en cuanto su situación económica mejorara. El ex soldado emprendió el viaje por la vía ilegal y pagando una suma considerable de dinero que obtuvo como préstamo, al igual que Pancracia, para lograr ingresar al territorio estadounidense en un lapso de treinta días, después de superar toda clase de vicisitudes y obstáculos en el trayecto. Una vez instalado, Feliciano se dedicó a trabajar tenazmente para saldar su deuda del viaje y para enviar dinero a su familia semanalmente, tanto para sus gastos de manutención como para la construcción de su casa a la que regresaría a la mayor brevedad, de acuerdo a sus planes. Una vez concluida la construcción de la casa, su esposa se mudó a vivir en ella y Feliciano, satisfecho con ese logro, continuo enviándole dinero a su esposa para que lo guardara en el banco como reserva para su vida futura al regreso a su patria. Durante cinco años las cosas parecían marchar de acuerdo a lo planeado, pero poco antes de que Feliciano se dispusiera a comprar el boleto para emprender el viaje de regreso a su casa, la esposa le envía una carta en la que le dice que es preferible que no regrese porque ya no tiene esposa, ni casa, ni dinero en el banco, pues su lugar estaba siendo ocupado por otro hombre. Fue tal la infelicidad, tan grande la decepción, que Feliciano no encontró otra manera de mitigar su dolor más que refugiándose en el alcohol.
Esta es una de las consecuencias de la fe ciega en otra persona, exactamente la que las religiones enseñan a la gente. Por eso también, esas doctrinas pueden ser consideradas como prácticas perniciosas.Otro ejemplo de infructuosa búsqueda de la felicidad por medio de la emigración es la que a continuación se describe:
Martín Velásquez había sido un joven soldado del ejercito de Guatemala durante la dictadura del general Efraín Ríos Montt, pero cuando el país retomó el camino de la democracia tergiversada y estando sumido en la más completa miseria, Martín solo pudo mirar y pensar en el norte como la única opción para mejorar su precaria condición. Así, decide emprender el viaje ilegal hacia los EUA, dejando atrás a su esposa y tres hijos varones en edad pre-escolar. El trayecto se caracterizó por toda clase de abusos, asaltos, robos y amenazas tanto en México como en territorio estadounidense hasta llegar a su destino final que fue la ciudad de Nueva York. Martín cuenta incluso a cerca de las largas caminatas que se vio obligado a hacer por los pantanos y campos enlodados del estado de Texas hasta llegar a Houston. Poco tiempo después de que logró saldar su deuda por los gastos del viaje, decidió traerse a su esposa Flory, dejando a los hijos a cargo de su madre en un remoto pueblo del norte guatemalteco. Estando los dos modestamente acomodados en un suburbio de la gran manzana, se dedicaron a trabajar intensamente no solo para saldar sus deudas sino también para sufragar los gastos concernientes al cuidado de sus tres hijos. Pero un buen día, Flory empezó a vestirse de manera diferente, por no decir más moderna, pues dejó de ponerse vestidos largos y usar el cabello largo hasta los glúteos, lo que despertó los celos de su marido y creó fuertes tensiones en su relación matrimonial. Con el tiempo, y teniendo ella la libertad que le proporcionaba su trabajo para defenderse económicamente, Flory llegó a cansarse de los celos de su marido hasta el punto de separarse de él e irse a vivir a otro estado.Lo triste de la separación fue el impacto negativo que les ocasionó esa separación a los tres pequeños que seguramente soñaban con volver a ver a sus padres juntos. Martín no se había imaginado que la nueva sociedad a la que trajo a vivir a su esposa iba ser la causante de su separación, y todo por no tener los elementos de análisis y de adaptación para saber aceptar la emancipación inevitable que la sociedad les brinda a las mujeres. Sus concepciones anticuadas de vida y sus absurdos conceptos religiosos de subordinación de las mujeres a sus maridos, lo llevaron a la infelicidad.
Es oportuno incorporar el siguiente relato anecdótico a cerca de los efectos perturbadores de la fe religiosa sobre la mente de las personas. Es el caso de una joven mexicana que creció en un pequeño poblado rural y que por la dominancia genética de algunos genes europeos contenidos en el genoma de sus progenitores, ella nació con piel clara y con ojos azules. El nivel de idiotización al que llegó esta joven, con marcada educación religiosa, la llevó a despreciar todo su origen, la naturaleza humilde y mestiza de su familia y a desarrollar una obsesión enfermiza por casarse con un hombre rubio y de ojos azules porque ese era el prototipo de belleza que según ella le inculcaron. Ya siendo adulta se traslado a la capital del país a estudiar el oficio de secretaria, después del cual obtuvo un empleo en una corporación maquiladora de confección de ropa. Un buen día decide comunicarse con una de sus hermanas mayores que se encontraba radicando en los Estados Unidos, para pedirle apoyo para emigrar a ese país, a fin de concretar su plan de casarse con un hombre rubio. Ante esa petición, debido a su actitud arrogante y despreciativa para con sus coterráneos, su hermana decide darle una lección montándole un engaño. Así aprovecha la llamada para comentarle que precisamente el gerente (un italiano) de la empresa donde trabajaba la había visto en fotografías que ella le había mostrado de su familia que vivía en México y que el estadounidense se mostró muy interesado en ella al verla tan bonita y de ojos azules. El comentario le causó tal felicidad a la joven que de inmediato se interesó en contactarlo, a lo que la hermana accedió, poniendo a un falso gerente en contacto con ella. El supuesto gerente la entusiasmó aún más, hasta el grado de convencerla para casarse con él para que la pudiera traer a los Estados Unidos. Ya estando comprometidos por teléfono, el falso gerente le dice que la va a poner en contacto con la embajada estadounidense en México para que se inicien los trámites de matrimonio. El también falso cónsul la interroga primero sobre el tiempo que lleva su noviazgo y además le dice que tiene que demostrar con pruebas que existe intimidad entre los dos para poder otorgarle la visa para ingresar a los Estados Unidos, a lo que ella aceptó con prontitud. Incluso la hace aceptar bajo juramento que estaba dispuesta a que se le grave un video (en lugar y fecha establecidos) probatorio de la intimidad como requisito para otorgarle la visa. Lo que se extrae de esta anécdota es el grado de lavado de cerebro y disposición a olvidar sus principios morales adquiridos por la vía religiosa, solo para satisfacer su concepto del hombre ideal que se había formado en su mente, paralelamente, con la procuración del llamado sueño americano que no ha pasado más que de ser un simple sueño.
He aquí lo que publica el periódico neoyorquino EL DIARIO/ La Prensa, del día sábado 29 de diciembre de 2007 respecto a los evangélicos latinos que se encuentran entre la fe y la deportación. Como es sabido, la comunidad de latinoamericanos radicados en los EUA son fervientes cristianos y no desperdician las oportunidades para resaltar su fe religiosa, a pesar de que eso no les ha servido ni para mejorar su situación ni para evitar ciertas injusticias en su contra. Veamos
Martina Feliz no tiene duda de sus convicciones religiosas, pues hace varios años asiste a la Iglesia Hispana de la Comunidad, Un pequeño templo evangélico de los miles que existen en el país y que se ubica en una zona industrial de la ciudad, donde cada domingo en medio de cánticos y oraciones el pastor les recuerda a la veintena de feligreses la palabra de la Biblia. Martina que es de origen dominicana y ciudadana estadounidense desde hace siete años, sabe que para estas elecciones presidenciales debería estar mirando cuales son las posiciones de los candidatos frente al aborto y las uniones homosexuales, temas que en general deciden el voto evangélico. Sin embargo desde hace tres meses lo que más le preocupa es lo que digan sobre inmigración. “Para mi el aborto es algo que me afecta mucho. Pero cuando veo en la televisión tantas familias afectadas por las deportaciones, los niños llorando por la falta de sus padres quienes mantenían a sus familias, entonces digo ¡Dios mío! Eso no puede ser.” A Martina Feliz le está tocando vivir la experiencia en carne propia, pues hace tres meses los agentes de inmigración llegaron hasta la casa de su hija en Florida y se llevaron a su yerno Enrique. Posteriormente fue deportado a la República Dominicana mientras su hija y su pequeña nieta de siete meses se quedaron solas. Eso ha sido terrible para ella y teme que la separación forzada de la familia de su hija pueda conducir al divorcio. Ante la situación, Martina dice que piensa votar por la candidata demócrata porque promete una reforma migratoria, a pesar de que la candidata esta a favor de los abortos y las uniones homosexuales. Su razonamiento es lógico y de una persona sensata a pesar de saber que ello representa un desafío a los postulados de su iglesia.
No obstante el ejemplo de la señora Martina Feliz, hay muchos otros miopes de la fe religiosa con posiciones confusas y encontradas. He aquí algunos casos:
Yo amo a los inmigrantes porque fui un indocumentado y sé lo que eso significa en esta nación. Dijo Abraham Rodríguez de la Iglesia Pentecostal de la Asamblea de Dios, quien dice que votará también por la candidata. Rodríguez cuenta como llegó a los EUA hace 18 años, atravesando en una pequeña embarcación la mortal vía marítima entre la República Dominicana y Puerto Rico llamada Canal de la Mona. “Lo hice peleando con los tiburones, pero Dios me libró de la muerte”, explica Rodríguez. Habría que preguntarle ¿Por qué a él sí y a otros no?Por su parte, el pastor Pentecostés y senador estatal de Nueva York, Rubén Díaz es contradictorio al afirmar que más de la mitad de los asistentes a las 150 iglesias evangélicas de la cuidad son indocumentados pero no por eso se debe ceder en los principios morales de su religión. Y va más allá en su enfermedad religiosa al anunciar su apoyo al candidato republicano que es pastor bautista diciendo: “Mis principios bíblicos son lo más importante, por encima de mi familia, de mi esposa, y de mis hijos”. “Creo totalmente que el fundamento como cristiano está por encima del problema migratorio”, dijo el reverendo demócrata Roque Rodríguez, quien votará por el mismo republicano y pastor bautista. Pero las convicciones político-religiosas del Pastor Díaz denotan lo arcaico de su generación, pues justamente su hijo Rubén Díaz Jr., el asambleísta estatal de Nueva York y que no es pastor, adopta una posición más progresista al apoyar a la candidata demócrata pro-inmigrante a la presidencia de los EUA, haciendo ver con ello que las actitudes de su padre pertenecen al pasado conservador.
La irracionalidad religiosa hace eco también en el terreno de la política, como se observa en las declaraciones anteriores, y con frecuencia conduce a los más obscuros comportamientos de nuestros líderes, particularmente a la hora de tomar decisiones trascendentales que afectan el bienestar y la felicidad de sus conciudadanos. Todo parece indicar que la religión será un factor importante del triunfo en las elecciones presidenciales estadounidenses del 2008. Y si la insensatez de la fe se impone, los inmigrantes latinoamericanos sufrirán un nuevo revés en sus aspiraciones de felicidad.
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LQSomos. Walter Chisholm. Mayo de 2008
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LQSomos/08/05/2008

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