14/9/08

Europa para los europeos

14/09/2008
OPINIÓN
ÁNGEL GARCÍA RONDA
Diario Vasco
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Cómo empiezo? Las mentiras son tan continuas, los intereses son tan intensos y ocultos bajo la capa de falsos idealismos, la propaganda es tan machacante para que el lector no minucioso se crea los avispados titulares, que llega un momento en que uno debe decir algo, aunque sea por protestar contra el atropello y por mantener una íntima dignidad.
Vamos al grano más reciente, esa otra guerra de los seis días entre la «pobre» Georgia y la siempre malvada Rusia. Cualquiera que no ahonde en el asunto, puede sacar la conclusión, a través de los titulares de los medios de comunicación y de las fotografías y los reportajes de urgencia que, una vez más y como en los mejores tiempos de la guerra más o menos fría, el zarpazo del oso ruso había aplastado a una indefensa Georgia. Les invito a que, por de pronto, lo duden.
Porque los hechos -sin entrar a otras consideraciones por el momento- son los siguientes: ante la efervescencia que los separatistas de Osetia del Sur manifestaban, en forma de algaradas contra el gobierno de Georgia, el presidente de este Estado envió el ejército para silenciar protestas y mantener la disciplina civil, con el venial resultado de unos dos mil muertos y treinta mil refugiados en Osetia del Norte, que está dentro de Rusia. A continuación, Rusia, de cuya comunidad nacional los osetios se reclaman compatriotas, entró a defender a éstos y traspasó las fronteras más allá de Osetia, peinando el territorio georgiano y causando también víctimas, aunque bastante menos que las anteriores. Además, de paso, ocupó Abjazia, cuyos deseos son similares a los de Osetia.
Consecuencia: Georgia se ha quedado sin afianzar su pequeño imperialismo de andar por casa, mientras pretende que no se le tenga en cuenta ni el comienzo de las hostilidades ni la derrota, o sea, que tan estúpida y cruenta aventura le salga gratis.
Y ahora voy con las consideraciones. ¿Por qué se atreve Georgia, o más bien su especial gobierno, a tal actuación? Parece que puede tener algo que ver con ello el hecho de sus negociaciones más o menos transparentes con Estados Unidos para entrar a formar parte de la OTAN, y con el presunto apoyo o cobertura de ésta para desafiar a Rusia. También parece que no se han dado cuenta de que los mandatarios rusos, además de tener bien agarrado su timón, suelen mirar el mapa de sus alrededores y ¿qué ven? Pues que en todas sus fronteras europeas tienen acérrimos enemigos que, curiosamente, son mucho más pronorteamericanos que proeuropeos, aunque estén -a mi juicio prematuramente- en la Unión Europea. Pero si además de ello, esos estados nuevos o viejos, quieren mantener fragmentos de territorio ruso en su poder, a ojos del Kremlin la cosa ya desborda como para no permitirla, porque ahí Rusia se está jugando la respiración, que se le va limitando mediante el cerco creciente que se traza en torno suyo.
Continúo con segundas consideraciones. ¿Verdad que, en otro tiempo, se nos decía y creíamos que si se quería vigilar a la Unión Soviética -Turquía, Afganistán, espionaje aéreo pertinaz- era pura prevención ante un ataque de esa potencia que quería dominar el mundo e imponer un sistema dictatorial, contra nuestro deseo de ser demócratas? ¿Cuál es hoy la finalidad de maniatar a Rusia, tenerla cercada militarmente y controlarla sin descanso, además de ayudar todo eso con un continuo ataque a sus gobernantes y una defensa de sus opositores, incluidos los delincuentes millonarios que tienen sus caudales -obtenidos de la manera que ustedes sospechan- fuera de su país? Se me ocurre que se trata de obstaculizar su desarrollo económico e impedir que se realice como gran potencia energética; es decir que, con toda probabilidad, estamos en rivalidades de tipo económico que sobrevuelan Europa.
Y me refiero a la Europa unida que conocíamos hasta hace poco, porque parte de los socios recientemente incorporados forman parte de la legión de satélites bien trabajados por Estados Unidos: Letonia, Lituania, Estonia, Polonia... En otro tiempo se hablaba de países satélites de la Unión Soviética; hoy varios han pasado a serlo de la actual potencia hegemónica. Y ahora quieren incorporarse a la Unión Europea otros en la misma línea: Ucrania y Georgia, por ejemplo, con la sana intención de recibir ayuda económica de Europa y servir al amo americano contra su vecino ruso, facilitándole bases de control militar en sus territorios; ésta no es una opinión imaginativa, lo están haciendo ya en Polonia, en Georgia y en esa región de Serbia llamada Kosovo.
Por cierto, ¿se acuerdan de la «independencia» de esta última. Fue lograda por la OTAN a tiros y bombardeos -incluso de Belgrado- en un ejercicio de conculcación del derecho internacional y de los propios estatutos de esa alianza militar, a ninguno de cuyos países había atacado Serbia. Pero a la gran potencia de hoy le convenía debilitarla -es históricamente aliada de Rusia- y crear otro satélite a su costa. Bien es verdad que el asunto está todavía en veremos, dado el número escaso de estados que han reconocido esa independencia. Pero tal desafuero está cerca de consumarse con el pretexto -que no vale cuando se trata de Rusia- de la voluntad de los albaneses kosovares, que, por su parte, se niegan a respetar -dentro de la misma región- la voluntad de la parte de mayoría serbia que quiere seguir perteneciendo a su nación.
Pero seguimos en la misma jugada del derrumbe provocado de Yugoeslavia. Aparte de servir a algunos tiburones económicos mayoritariamente germánicos, que se me diga qué legitimidad hubo en crear unas nacioncitas sin historia propia y menesterosas, rompiendo un país reconocido por todos, y qué ventaja se ha derivado para Europa, que podía haber contado en su seno con una nación de peso y de notable prestigio universal, reforzando así la Unión en lugar de rodearla de mendigos innecesariamente.
Y también me pregunto, siguiendo la línea de los intereses europeos, cuál es el beneficio que sacamos teniendo enfrente a Rusia. Y qué obtenemos siguiendo a Estados Unidos como si fuéramos unos niños desamparados, tal como se viene haciendo durante tantos decenios. Cada vez que contemplo esta situación me parece de una lamentable debilidad por parte de la Unión Europea que no sólo está siendo utilizada para todo lo que interesa a la potencia americana -también sus líos fuera de este continente o el aguantar su déficit financiero- sino que tensiona sus relaciones con un país que puede ser buen amigo, proveedor y cliente; y por añadidura, cediendo sus territorios no sólo para vigilar a esa Rusia sino para ser vigilada.
Para mí, que hay que considerar el establecimiento de un serio y potente ejército europeo. Y caminar sin soberbia pero sin temor, con apertura y con ofrecimientos de amistad equilibrada, hacia una Europa para los europeos.


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